Si, acudan a las urnas aunque el tiempo esté nublado y amenace lluvia, aunque la campaña electoral les haya defraudado e incluso cabreado, aunque no se crean ninguna de las promesas de los candidatos. Porque los políticos, que aguardarán en sus casas nerviosos el resultado de las votaciones, son los de proximidad, los que de verdad cambian la vida de los vecinos si su gestión es acertada.

Además, aunque, según las encuestas, algunos líderes o lideresas menores tienen casi asegurado el sillón de mando, si la voluntad de echarlos es mayor no hay que perder la esperanza y siempre es mejor que tenga una oposición fuerte que controle sus gastos.
Porque ahí está la clave: el Gobierno, es decir Moncloa, puede prometer mayor inversión en Sanidad o Educación, pero quien lo gestiona son las Comunidades y los Ayuntamientos, que es lo que se elige este domingo.

Esa es la razón de la desigualdad entre unas Comunidades Autónomas y otras en el funcionamiento de la enseñanza pública. En el nivel de preparación de unos alumnos y otros según donde vivan. El que las regiones que cuentan con buenos hospitales son las que tuvieron mayores niveles de supervivencia en pandemia. Y, para eso, hay que incrementar las contrataciones de docentes y sanitarios y no delegar en la privada.

Al igual que son los ayuntamientos los encargados de construir vivienda pública para frenar el insostenible crecimiento del precio de los alquileres o el aumento de las hipotecas que alejan a los jóvenes del derecho a la independencia.
Al igual que el cambio climático exige que las ciudades se doten de parques públicos donde escapar del calor y la contaminación, y que los gobiernos autonómicos cuiden, poden y limpien los montes antes de que los incendios, de todos los veranos, acaben con los montes y conviertan al país en una desierto.

Ya se que estos temas, que son los que deberían haber ocupado los discursos de la campaña electoral, han quedado fuera de las propuestas de los candidatos o han sido tocados de manera marginal o poco creíble. Que los eslóganes, las frases hechas, los egos de unos y otros han llenado los mítines de vacuidad. Que los hitos de estos quince días, por cierto bastante vergonzantes, han sido Bildu, los votos comprados o los insultos al futbolista brasileño, que nada tienen que ver con el día a día de los vecinos.

Pero, aún así, acudan a votar. A quien quieran, a quien les haya convencido en medio de este fárrago en que se ha convertido la política, porque su voto sigue siendo fundamental.