José Manuel Patón

LA PLUMA CONTRA LA ESPADA

José Manuel Patón


La Matria que nos parió

21/07/2021

El mundo convulsiona sobre sí mismo. Estoy estremecido por los datos que voy oyendo. Son simplemente desconcertantes. Resulta que ahora puedo ser mujer. Dirigiendo un mero escrito al registro civil, me convierto en mujer. Estoy ya soñando en llegar a la ventanilla de un Ministerio y cuando me pregunten mirándome a la cara, ¿sexo?, y respondo con toda naturalidad: mujer o transformer. ¿A qué cuarto de baño iré? Me pregunto mientras pienso que mi aspecto viril choca bastante para meterme con una señora que se está pintando los morros. Umm … pensándolo bien, no me interesa ser mujer. Me voy a decantar por andrógino, que no sé si me liberará de una condena por violencia de género, en caso de que se tuviera que valorar, pero que sí generará dudas al juez que hipotéticamente le tocase: si me condena como si fuera un varón, creo que cometería un delito de odio o de homoandroginofobia … me atraganto, difícil de explicar también. No sé por dónde decidirme, porque según la nueva ley tú puedes parecer Urtain, que es lo más machote que he conocido en mi vida, o el actor éste … como se llama … ah, sí, ¡Machete! o el que muerde el cable a James Bond, que si te sientes mujer, no hay quien te pare. El registrador, que siempre ha sido un grano en el culo para jueces y abogados, no va a tener más remedio que inscribir lo que se le ocurra al ocurrente. Abusando de tal figura, por analogía, -que nadie se confunda-, creo que me voy a dar de alta como replicante, igual que las ‘adversaries’ de Harrison Ford en Blade Runner. Ahora es cuando me doy cuenta que he visto poco cine, o por lo menos he visto menos cine de ciencia ficción que los que han redactado la ley, porque ni leyendo a Asimov, Carl Sagan, ni viendo todas las películas de las Guerras de las Galaxias juntas, he logrado atisbar, ni siquiera husmeando en el ambiente, todas las posibilidades que me brinda la ley confeccionada por la cajera. ¡Qué suerte la del aquel día en el que entró el coletas a comprarse un desodorante y la vio! A ésta la hago yo ministra, se dijo en cuanto la vio ultraventilando mientras miraba fijamente su coleta. Supongo que se ha inspirado en el bar de las Guerras de las Galaxias.
Total, volviendo a la Matria, resulta que ya se dio en un momento del devenir de nuestro planeta, por lo menos desde la época de Plutarco. Pero la palabra estuvo olvidada hasta que Isabel Allende la sacó a relucir en un libro, y seguramente saltó por arte de magia al cerebro de la ministra, o a uno de sus asesores.
Al final, o decimos Madre Patria o decimos Padre Matria, porque lo que sería una repetición inútil es decir Madre Matria o Padre Patria. Bueno, mi cabeza empieza a dar vueltas, como la de las Ministras, que no tienen cosas más importantes en qué pensar y que, pues eso, que me estoy haciendo un lío y si el sexo a elegir no tiene nada que ver con los deseos, -que conste que me siguen gustando las mujeres-, ni con la vestimenta, ni con el aspecto de uno, voy a irme a un psicólogo argentino, a ver que me cuenta.