Javier del Castillo

Javier del Castillo


Indultos amañados

31/05/2021

Ni arrepentimiento, ni reinserción. El indulto que prepara Sánchez para los condenados del procés pretende hacerse de manera unilateral y argumentándolo en algo tan simple como que “la venganza y la revancha no son valores constitucionales”. Efectivamente. Hasta ahí llegamos. Pero ¿acaso el presidente sospecha que el tribunal que juzgó a los acusados actuó con deseos de venganza y revancha?

Ninguna constitución democrática se promulga con deseos de venganza. Y casi todas las constituciones contemplan en su articulado que las leyes son iguales para todos y que los ciudadanos que no las cumplen tienen que asumir luego sus consecuencias.

En la cárcel de Lledoners y en la mansión de Puigdemont en Waterloo se deben estar partiendo de risa y brindando con cava, al observar las maniobras del presidente del Gobierno de España para bajarse los pantalones y no perder los apoyos de ERC que le permiten su continuidad en la Moncloa.

Oriol Junqueras y el prófugo Carles Puigdemont - que se pasaron por el arco del triunfo la Constitución que ahora tanto invoca Sánchez – llevan tres años y medio diciendo que no se arrepienten de nada, que volverían a hacer lo mismo que hicieron aquel primero de octubre de 2017 y que su objetivo sigue siendo el mismo: convertir a Cataluña en una República, en un estado independiente de España.

Aquí tienen un par de ejemplos del cambio de actitud mostrada por los dirigentes independentistas catalanes, por si existiera alguna duda sobre su deseo de diálogo, negociación y entendimiento. Junqueras: “Lo volveremos a hacer tantas veces como sea necesario”, y ésta otra perla cultivada, “pueden meterse el indulto por donde les quepa”. Palabras de Jordi Cuixart al conocer la sentencia del Tribunal Supremo: “Todo lo que hice lo volvería a hacer”. Otro dato importante a tener en cuenta: nada más tomar posesión, el nuevo presidente del Govern, Pere Aragonès, insistió en que su objetivo es “culminar la independencia”. A continuación realizó una gira oficial por las cárceles a las que están adscritos en régimen de semilibertad su tutor, Junqueras, y compañía.

Pues bien, a pesar de que el independentismo no se ha movido ni un centímetro de sus posiciones iniciales, a pesar de los informes de la Fiscalía y del Tribunalo Supremo, Sánchez vuelve a tenderles la mano con unos argumentarios llenos de obviedades – “la Constitución recoge tanto el castigo como la concordia” - y de peligrosas insinuaciones.

El presidente de un país democrático, que ha reclamado la extradición de un prófugo de la justicia por encabezar una rebelión contra el Estado español, no puede ponerse del lado de los sediciosos. Ni puede cuestionar la imparcialidad del Tribunal Supremo y la calidad democrática de España – esa que tanto le quitaba el sueño a su exvicepresidente del Gobierno -, hablando de venganzas y revanchas.

Hace año y medio, Sánchez exigía el cumplimiento íntegro de las penas para los condenados del procés. Sí, sí, el mismo que ahora defiende el indulto, rechazaba entonces cualquier medida de gracia y presumía de nuestro Estado de derecho. La situación no ha cambiado nada en Cataluña desde entonces (los mismos perros con idénticos collares), pero sí ha cambiado la del presidente, al depender su futuro de los apoyos de quienes atentaron contra la unidad de España.

Parece mentira que haya que recordarle a Sánchez que cumplir las condenas que dictan los jueces es también un buen ejercicio democrático.