Alejandro Ruiz

EL REPLICANTE

Alejandro Ruiz


Por favor, roben con clase

09/03/2023

Si tuviera que hacer un ejercicio mental para valorar el estilo y la profesionalidad en las labores del trinque y el choriceo en el ámbito de la función pública y representativa de cargo público y de partido, puestos a elegir, me inclinaría por la clase, el buen gusto, la finura y el pedigrí que se debe exigir en cualquier actuación profesional, frente a la cutrez del calzoncillo pulguero, las prostitutas, la cocaína y el dinero debajo de la cama entre inmundicias, corriendo el riesgo de ir a pagar la cuenta de la mariscada y que te salga una pelusilla pegada al billete de quinientos. El concepto de timador con clase y buena vestimenta siempre han ido de la mano, como Robert Redford y Paul Newman en 'El Golpe', pues en los tiempos que corren no sólo es importante saber aprovechar las diferentes habilidades personales, la capacidad de una persona se mide por lo que vale, pero cuando se trabaja en algún asuntillo importante y de calado, no sólo hay que ser el mejor, también hay que saber estar.
El elenco de personajes de los últimos treinta años de la política, de todos los partidos políticos, con experiencia acreditada en el uso ilegítimo de información privilegiada, tráfico de influencias, pelotazos, patrocinios, sobornos, extorsiones, fraudes, timos, estafas, malversaciones, prevaricaciones, caciquismos, compadreos, cooptaciones, nepotismos e impunidad, es amplísimo, y no todos ellos tienen la misma gracia para operar, y menos para justificar el mangoneo. No es lo mismo, en justa ecuanimidad, decir que tu mujer ya era rica, que te viene de herencia, o que te has hecho rico vendiendo rabos de boina, que afirmar que los billetes surgen, como los hongos, del compost que se crea debajo de la cama.
La tradición del trinque cutre en España puede que siente sus hondas raíces en el espíritu ejemplarizador de los personajes de la novela picaresca, tratados con sátira y gracia en 'La vida del Buscón' o 'La vida de Lazarillo de Tormes', espíritu que se consagra en el carácter español con perspectivas históricas, por centurias, en la práctica habitual de quienes van ocupando cargos en los sucesivos gobiernos y administraciones de cualquier régimen, tendencia o ideología. Ese espíritu de idiosincrasia lo vemos también plenamente reflejado en 'Los Tramposos', la película de Pedro Lazaga, donde Tony Leblanc es un experto en el timo de la estampita y el tocomocho. Precisamente, como en el timo de la estampita, todos somos víctimas y cómplices del coste moral que implica la tolerancia y la impunidad, asumiendo la corrupción como un sistema paralelo e inevitable al legítimo ejercicio del poder, con el apoyo a unos y el reproche a otros dependiendo de la cuerda y el color político de cada cual.
Pero, siendo inevitable, por favor, roben con clase.