Ilia Galán

LA OTRA MIRADA

Ilia Galán

Poeta y filósofo


Acción informe

22/01/2023

Sin saber conducir, tan fresca y tan joven, se puso al volante. Sería fácil, automóvil automático... En una curva demasiado pronunciada se salieron las ruedas que dirigía y estas les dirigieron hacia el único árbol que sobrevivía plantado en aquel páramo. Como en Azul, de Krzysztof Kieslowski, acertó en el centro de esa columna vegetal que unía tierra y cielo. Bajo sus hojas no leídas, el motor reventado y ella, no muerta, pero sí herida. Al hospital, con su compañero también roto: iban a correrse una peculiar juerga. Su libertad, insensata, ahora se veía encerrada por decisiones no meditadas. Quizás no había sido demasiado libre al elegir: no sabía del todo lo que escogía, sus consecuencias... El coche era de su madre... Pero era un problema, su trabajo dependía de la costosa máquina. Si no fuera por los tubos y las suturas que unían huesos y vísceras, recibiría terrible reprimenda: la compasión podía salvarla.
Cuando votó por vez primera en las elecciones tampoco leyó el programa del partido que votaba, ¿para qué, si luego iban a hacer con su decisión lo que quisieran? Pero más que esta pregunta insidiosa, estaba la pereza desinformada y una imprudente confianza en aquellos, así como una dogmática condena de los otros a quienes rechazaba y odiaba. Ella era impulsiva, a eso le animaba la vida, la publicidad... Vivir el momento, pero no como Horacio, inteligente o astuto, sino como necia. Hay que aprovechar las circunstancias, los placeres... Pero pensar... ¿cuándo, si hay que contestar tantos mensajes en el teléfono, ver tantos vídeos? Música, cigarrillos impregnados de hachís que amortiguan temporalmente la angustia del vivir... ¿Qué sentido tiene la vida? Sin dinero, las expectativas que una ansiosa sociedad nos ofrece..., los placeres por muchos que fueren, reducidos quedan ante los deseos. Luego, suciedad interior, al descubrir que por no mirar se hace una u otra barbaridad, y a sufrir cuando en realidad se quería gozar. Hasta Epicuro la miraría mal. No formarse: ¿desinformarse?
Compramos un ordenador que va a ordenarnos la vida y algo queremos saber de lo que es, cómo va a funcionar o cómo funcionaremos nosotros por él. Pero cuando se propone que a quien quiera abortar se la informe de lo que va a suceder hay quienes ponen el grito en el cielo (¿o el infierno?), como si fuera un crimen conocer. 
Cuando salió de peligro y volvió a la vida cotidiana, olvidó lo sufrido y las fiestas lo hicieron, pues fueron ellas las pérfidas... Olvidó tomar precauciones y no fue con su compañero, su novio o lo que fuese, no, sino con aquel atractivo extranjero con quien pasó un grato rato de la noche, ¡qué noche! pero no hubo como triunfo estrellas sino que algunas semanas después descubrió al amanecer cómo el vientre le crecía. No estaba sola.