Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


Ayuso, problema menor

01/05/2021

Las posibilidades de que la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso “muera de éxito” y no logre revalidar su cargo en la Puerta del Sol porque la suma con los escaños que obtenga Vox no sume la mayoría absoluta es cada vez menor, aunque hay alguna encuesta de las que se publican en Andorra, -que son públicas no como los sondeos semiclandestinos del CIS-, que dicen que el tándem PP-Vox está en el límite de los 69 escaños, lo que anima al trío de la izquierda a perseverar en la campaña para animar a los indecisos y abstencionistas.

Las del 4-M son unas elecciones con una repercusión nacional mayor que las catalanas y por supuesto que las celebradas en la otras dos comunidades históricas que han celebrado elecciones durante la pandemia, y no atañen solamente a las relaciones de Díaz Ayuso con Pedro Sánchez, al enfrentamiento constante por la gestión de la pandemia –ayer hubo el último encontronazo sobre la inoculación de la segunda dosis de AstraZeneca a los trabajadores de sectores esenciales-, sino que también tiene derivadas hacia el interior del Partido Popular y sobre el liderazgo de Pablo Casado. Curiosas estas elecciones en las que los perdedores pueden ser aquellos líderes que no se presentan: Pedro Sánchez si el candidato socialista, Ángel Gabilondo, sufre un batacazo enorme, y Pablo Casado por partida doble, tanto si gana Ayuso como si pierde.  

Si pierde porque el PP habrá perdido la joya de la corona y su liderazgo quedará en almoneda. Y si gana la presidenta madrileña, porque le habrá salido una hipotética competidora a futuro dado el crecimiento de su figura política. Por lo pronto, Ayuso le ha ganado dos batallas a Pablo Casado, la primera por el ‘affaire’ Toni Cantó, que la propia Ayuso no se ha reprimido de criticar; y la segunda, porque estará en pleno derecho a reclamar el mismo estatus que el resto de ‘barones’ del PP con mando en plazo y hacerse con la presidencia de la organización en Madrid, algo que Casado quería evitar y que es una operación a la que todavía no ha dado el visto bueno, pero que tendrá difícil no aceptar.

La mejor actitud política que ha demostrado la presidenta Díaz Ayuso es la de jugar a la contra, guiada por su gurú, Miguel Ángel Rodríguez, lo que la convertiría en una enemiga de envergadura si vuelve su artillería contra Casado. El tiempo dirá si la estrella de Ayuso está aún lejos de alcanzar su zenit y si seguirá mucho tiempo en la órbita de su mentor al que le une el deber de gratitud por su elección. Pero las amistades políticas son muy volubles, como es sabido. 

Y aún queda otro posible golpe a Casado, en función tanto de los resultados como de la disposición y exigencias de Vox. Ninguna encuesta vaticina la mayoría absoluta del PP por lo que necesitará a Vox al menos para la investidura y luego sus votos para sacar adelante sus leyes. Si además la ultraderecha exige entrar en el Ejecutivo regional, la estrategia de Pablo Casado hará aguas con su propio cordón sanitario a Santiago Abascal, ahora que ha conseguido recuperar la mayoría de los votos que se fugaron a Ciudadanos.  Y el despegue de Ayuso puede generar roces con otros líderes regionales que no siguen su estela. Pero todo eso son hipótesis a futuro que pueden superarse porque el ejercicio del poder es la argamasa de los partidos.