Alejandro Ruiz

EL REPLICANTE

Alejandro Ruiz


El chivo expiatorio

06/05/2021

Por fin sale Pablo Iglesias de la palestra política y pone de excusa que lo han convertido en un chivo expiatorio y que a partir de ahí «la inteligencia política tiene que estar por encima de cualquier consideración», lo que nos da una idea clara de la nula capacidad de introspección crítica y autorreflexión del personajillo.
Después de los pollos bananeros que suele montar y del varapalo electoral que se ha llevado, se necesita de mucha arrogancia para victimizarse como chivo expiatorio. Ser un chivo expiatorio significa que un único individuo cargue con las culpas de algo negativo cuando en realidad la responsabilidad debería recaer sobre un grupo más amplio de personas o colectivo, pudiendo incluso suceder que dicho individuo ni siquiera haya participado en el acto cuestionado y sea inocente.
Es como el que va conduciendo por la autopista en sentido contrario e insiste en que son todos los demás los que se han equivocado de carril. Esta relación entre la vanidad, la estupidez y la malicia, encarnadas como nunca en Pablo Iglesias, le lleva a sobreestimar su propia ideología y sus habilidades despreciando las ideologías y las habilidades de los demás. En su adicción enfermiza a creer que los demás deberían pensar diferente, pone de manifiesto su egocentrismo interesado en la búsqueda urgente de la puerta giratoria que tanto ha criticado.
En efecto, lo de que «la inteligencia política tiene que estar por encima de cualquier consideración», hace referencia expresa a que pese a todo lo que ha largado sobre los expolíticos que han pasado de la política a los consejos de administración de las grandes multinacionales, el futuro económico de Pablo Iglesias sí que debe asegurarse como solo él se merece. Así que, al contrario de lo que ocurre con otros, que pasan a sus respectivas puertas giratorias y afortunadamente dejamos de verlos, con Pablo Iglesias no acabaremos de librarnos del todo; de hecho, ya está en conversaciones con el productor Jaume Roures para sumarse a un nuevo proyecto audiovisual. Un proyecto de auténtica casta que lo hará millonario, conjugando la pasta con la posibilidad de mantenernos diariamente con el tostón bolivariano de la democracia asamblearia, la caza del fascista y ‘la tierra para el que la trabaje’.
En otro orden de cosas, patética fue la comparecencia de Pablo Casado en la noche electoral, queriendo arrogarse parte de la victoria de Isabel Díaz Ayuso, en la que nada ha tenido que ver Casado. Mal hará si intenta ahora imitar y seguir el perfil de Ayuso, pues si descubriésemos, tal como dice Kant, que el canto de un pájaro es una imitación perfecta hecha por un hombre, éste dejaría de agradarnos porque ya no sería naturaleza, sino un reflejo artificial de ella; por eso siempre resultará más hermosa la contemplación de un paisaje que mirar el cuadro más perfecto que pueda imitarla.