Editorial

La recuperación económica se ralentiza y se pone en peligro el empleo

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La recuperación económica es la principal preocupación ciudadana tras un año y medio de pandemia que provocó una crisis sin precedentes. Las optimistas previsiones del Gobierno, que pregonaban una recuperación en V tan rápida como había sido la caída, parece que no se van a cumplir. Desde un inicio hubo voces en la oposición política, principalmente el Partido Popular, y también en otros ámbitos económicos que advirtieron de que para un crecimiento tan vertiginoso hacían faltas medidas de modernización de la economía y una buena utilización de los fondos europeos. Ni lo uno ni lo otro. Desde el Gobierno de Sánchez confiaron en que la economía funcionaría con el piloto automático y, mientras tanto, han elevado el salario mínimo y han anunciado la supresión de la reforma laboral. Y todo ello en medio de una batalla interna entre los ministros socialistas y los de Podemos que no alientan las inversiones privadas. 

El Banco de España lanzó ayer un jarro de agua fría sobre las previsiones gubernamentales. El gobernador anticipó un fuerte recorte del crecimiento y pone en duda los ingresos de la recaudación tributaria. Aunque no quiso anticipar una cifra, señaló que será «significativamente a la baja» respecto a sus previsiones anteriores de septiembre, lo que podría dejar el crecimiento para este año en torno al 5,5 por ciento, una recuperación claramente insuficiente. La gravedad de estas cifras se irá materializando en un futuro cercano, pues seguramente tendrán su reflejo en la creación de empleo, principal factor para que la sociedad palpe que el contexto económico regresa a niveles previos a la pandemia. 

Todo sucede mientras se tramitan los Presupuestos Generales del Estado en el Congreso de los Diputados, unas cuentas que a todas luces parecen en este momento poco realistas, or más que el Gobierno siga manteniendo que se ajusta a lo que espera de la economía española para el próximo ejercicio. Una vez que Sánchez consiga poner en orden su Ejecutivo, si es que eso es posible, debería afinar esos Presupuestos para conseguir el máximo apoyo posible y olvidarse por el momento de tocar la legislación laboral y de nuevas aventuras sobre el salario mínimo y otras iniciativas en las que no existe acuerdo entre sindicatos y patronal. En estos momentos, la unidad de sectores económicos y sociales con el Gobierno debe ser el camino para que la recuperación consiga la fuerza necesaria para alcanzar una velocidad de crucero que permita volver a una actividad y un empleo al menos previos a la crisis sanitaria. 

El diálogo entre los principales partidos políticos, PP y PSOE, no debería circunscribirse a cambiar los nombres en algunas instituciones del Estado, también deberían encontrar puntos de encuentro para que el empleo y la economía funcionen y España vuelva a convertirse en una potencia en Europa.