Pilar Cernuda

CRÓNICA PERSONAL

Pilar Cernuda

Periodista y escritora. Analista política


Arriola

29/01/2022

Pedro Arriola era un gran tipo.

Controvertido como todos los personajes que llegan arriba en lo suyo, y más controvertido todavía cuando viven la política con pasión y desde dentro, y además asesora a personajes destacados. En su caso, a presidentes de gobierno, José María Aznar primero y Mariano Rajoy a continuación. Después de asesorar a Rajoy dejó la profesión, Casado no contó con él.

En Arriola destacaba su lealtad, al PP y a sus presidentes, cosa poco habitual en un mundo de ambiciones en los que la amistad dura hasta que alguien pretende alcanzar el cargo que ocupa el amigo. Arriola era un hombre educado, lo que ya se ve poco, se considera anticuado. Marido de Celia Villalobos, todo temperamento, Arriola se tomaba con humor las salidas de todo de su mujer, poniendo siempre el acento en que la exministra y exalcaldesa de Málaga vivía con intensidad la política.

Era un hombre afable, que aceptaba la crítica, que no dudaba en explicar lo que al profano en la materia, su materia, le parecía inexplicable. Se llevaba bien con los de su profesión, los sociólogos considerados gurús de los personajes políticos. Incluso hablaba bien de Tezanos, con el que compartió coloquios y también discrepancias, pero al que respetaba. Esta periodista nunca le escuchó una palabra crítica hacia el controvertido director actual del CIS. Eran otros, sus interlocutores, los que lo hacían, mientras Arriola insistía en que Tezanos conocía muy bien el oficio.

La ya mencionada lealtad la agradecieron sus jefes confiándole importantes responsabilidades. Fue uno de los enviados de Aznar a negociar con ETA, y en tiempos ya de Rajoy el presidente le encargó delicadas aproximaciones a los independentistas catalanes. Tanto Aznar como Rajoy premiaron también su lealtad asumiendo sus sugerencias sobre estrategia electoral. No hacía encuestas, sino que interpretaba las que se publicaban buceando en sus tripas. De su cartera, siempre abultada, sacaba toda clase de papeles con datos y conclusiones.

¿Se equivocaba? Sí, como todos, pero también tuvo grandes aciertos. Por ejemplo, en su apuesta por el centro, donde pensaba que el PP encontraría a sus mejores votantes. Alertó sobre el éxito de Podemos en las elecciones europeas del 2014, elecciones en las que los gobernantes suelen recibir castigo porque es "gratis", sin apenas consecuencias ; como alertó también de que la presencia de Podemos en el Parlamento Europeo sería la catapulta para entrar en el parlamento nacional.

Tiene detractores, pero no se le puede negar que trabajó intensamente, y bien, para el PP, partido al que dedicó todo su esfuerzo aunque nunca fue militante. Sin embargo, allí trabajó sus últimos años en exclusividad, poniendo punto final a sus contratos con algunas de las más grandes empresas españolas.

Por lealtad al PP, desde luego. Pero también porque, se le notaba a la legua, disfrutaba con su trabajo político mucho más que con el que podía realizar moviéndose en las entrañas del Ibex.