Sonsoles Arnao

Tiempos de swing

Sonsoles Arnao


Matria

19/07/2021

Los pueblos originarios de América, como los Aymaras hablan de matria. No conciben el territorio ni la identidad al margen de la madre naturaleza que les da y proporciona la vida. Todo forma parte de un conjunto al que hay que cuidar para ser cuidado. De su cosmovisión se extraen conceptos como equilibrio, comunidad, bien común o buen vivir. La superioridad de las doctrinas políticas liberales de occidente siempre ha mirado con desdén los sistemas organizativos de otros pueblos, más aún si se trata de «indígenas». También nuestros propios antecedentes culturales. La matria estaba presente en la antigüedad clásica como la tierra que nutre y es nación emocional. Desde entonces matria ha estado presente en textos literarios y ensayos de grandes pensadores. Borges, la alemana Krista Wolf, Unamuno o la matria Europa del sociólogo francés Edgar Morin, entre otros. La mitología sobre el matriarcado en Galicia, Asturias y País Vasco que estudió Julio Caro Baroja influyó en esta revisión sobre la patria. Al igual que el hilo conductor en textos gallegos–portugueses, que reivindican la lengua como matria. El ferrolano Ricardo Carvalho y los versos del portugués F. Pessoa que cantó el brasileño Caetano Veloso «Eu não tenho pátria, tenho mátria e quero fátria».  
La matria fue abandonada al rincón de la poesía. Y los poetas que escriben sobre imposibles, nunca fueron atendidos en nuestro país. A la ministra Yolanda Díaz, se le ocurrió reflexionar sobre la necesidad de pensar en términos de matria y fue inmediata la reacción de los atávicos cavernarios patriotas. Como siempre, con el único arma que tienen los ignorantes que es la ridiculización del otro. No ven más allá. No aportan nada. A la ministra le preguntaron por la próxima mesa de diálogo para afrontar el problema «Cataluña/España», dejando claro que hay que avanzar para solucionarlo pero reconstruyendo la casa común de la convivencia de las distintas formas de ser España desde el afecto, respeto y querencia por un marco emocionalmente compartido. No solo en términos identitarios sino que cuida y garantiza derechos y servicios a todas las partes.  Y que es posible que a ese marco, si le llamamos matria, nos aporte una visión diferente que provoque resultados distintos. Yolanda Díaz, encarna esa nueva forma de hacer política basada en la escucha, empatía, el diálogo. La necesidad de encontrarse, de cuidarse, de coser las heridas. Una política no excluyente, que pone la vida en el centro, que cuestiona las prioridades, privilegios y necesidades que hasta ahora han determinado las decisiones políticas, las relaciones laborales y la dominación sobre los recursos y el planeta. Una política alejada del ruido y el odio más preocupada por explicar y argumentar, desde el convencimiento. Esto es lo que llamamos feminización de la política como Miguel de Unamuno lo llamó feminización de la modernidad en su diatriba contra Ortega y Gasset. Unamuno andaba en su melancólica crítica a la deshumanización de la modernidad y europeización de España a principios del siglo XX proponiendo una revisión de los valores atribuibles a la nación y el progreso. En el prólogo a La tía Tula dejó escrito: «hablamos de patrias y sobre ellas de fraternidad universal, pero no es una sutileza lingüística  el  sostener que no pueden prosperar sino  sobre matrias y sororidad». Parece que en España no queremos saber nada de matrias, ni de Unamuno, ni de Yolanda Díaz. Ella está cometiendo la osadía de nadar contra la mediocridad y de destacar con perfil propio. Y eso no se lo van a permitir. Ni los adversarios ni los camaradas.