Ángel Villarino

RATAS DE DOS PATAS

Ángel Villarino


Marcharse

04/06/2021

Hace ya muchos años que un veterano me dijo no hay placer comparable al de marcharse. Se referían a mudarse de ciudad, de país, a dejar atrás casa, amigos, restaurantes preferidos, ruidos callejeros, planes de fin de semana, sitios por los que pasear de la mano de alguien, fobias y filias alimentadas por motivos que luego, al irte, entiendes que no eran más que fruto de una circunstancia concreta. Es una frase que retumba a menudo en mi cabeza desde que abandoné la trashumancia y de la que me he vuelto a acordar estos días al saber que pronto se marchará a Estados Unidos un joven periodista de mi redacción al que he visto crecer como crecen las madreselvas.
Él se va a estudiar a una universidad americana, pero sospecho que eso será lo de menos. Por muy buenos que sean sus profesores, por muy bien financiados que estén sus planes de estudios, no le van a marcar el carácter de la misma manera que el hecho de dejar atrás una vida para reconstruirla en otro sitio. Recoger las maletas en el aeropuerto del que será tu nuevo hogar y subirse a un taxi imaginando una vida con calles nuevas, caras distintas... Convertir en experiencia novedosa cada gesto cotidiano activa el cerebro y el corazón como ninguna otra cosa que yo haya probado en mi vida. De alguna manera es una droga, con adicciones específicas que pueden llegar a ser letales y a dejar a los adictos vagando desorientados y sin rumbo. Yo llegué a la conclusión de que llega un momento en el que hay que saber parar. O no. Ya veremos.