Editorial

El discurso del Rey frente a la perorata de Podemos e independentistas

-

El Congreso celebró ayer un acto institucional con motivo del 40 aniversario del intento de golpe de Estado que acabó fracasando tras 18 horas de incertidumbre. La conmemoración, impulsada por la presidenta del Congreso, Meritxel Batet, que elogió el papel de Don Juan Carlos y alertó contra el populismo, contó con la presencia de los principales representantes de las instituciones del país y con buena parte del arco parlamentario, con la excepción de los partidos nacionalistas que, una vez más, fueron la nota discordante de un día en el que se pusieron de manifiesto los valores de la Constitución y la robustez de un sistema democrático que, pese a las dudas que se lanzan desde la Vicepresidencia segunda del Gobierno y de las formaciones minoritarias que decidieron boicotear el homenaje, es uno de los más consolidados del planeta.

Con un discurso pausado y cargado de intención, el Rey Felipe VI quiso destacar el papel de su padre, gran ausente ayer de unos hechos en los que fue protagonista, al dirigirse a todos los españoles en una alocución nocturna histórica para transmitir, con «gran firmeza y autoridad», la posición de la Corona y, por ende, de la Jefatura del Estado del lado de la Carta Magna y en contra de la asonada, un discurso que fue determinante para la «defensa y el triunfo de la democracia», dejando patente su compromiso ante el intento de fractura de los golpistas y erigiéndose como el nexo de unión del pueblo español en uno de los momentos más complicados vividos tras la Transición.

Don Felipe quiso destacar la buena salud de la democracia española, justo en el momento en el que hay voces que cuestionan su calidad, construida durante estas cuatro décadas «paso a paso y hombro con hombro» con un gran esfuerzo para garantizar la convivencia y el progreso de la sociedad. Por ello, conminó a la ciudadanía a no bajar la guardia y a seguir defendiéndola, advirtiendo que lo que fue tan complicado alcanzar, siempre corre el riesgo de estar amenazado. El Rey concluyó reafirmando su voluntad de que la Corona continúe siendo la institución integradora del país. Las palabras del Monarca recibieron el aplauso de los allí presentes, con la excepción de Iglesias que prefirió no inmutarse y lanzar dardos a posteriori.

El plante de los partidos nacionalistas y la ‘teoría conspiranoica’ que lanzaron, de la que se desmarcó el PNV, dejando caer que el frustrado golpe de Estado fue una maniobra para perpetuar el régimen del 78 y poner un ‘candado’ a las ansias de independencia de determinados territorios, tuvo una respuesta rotunda por parte del Ejecutivo, que, por boca de su portavoz, María Jesús Montero, ensalzó la figura de Juan Carlos I en el 23-F ante los desplantes de sus socios de Gobierno. Pese a la perorata de los independentistas, el acto sirvió para reivindicar el papel de una Corona que sale reforzada y dejar patentes la calidad y la salud democrática de un país que algunos tratan de desestabilizar manipulando la verdadera Historia.