Javier López

NUEVO SURCO

Javier López


De chuletón y barbacoa

14/07/2021

La España de chuletón y barbacoa no es como la de la charanga y pandereta porque es más transversal y por ella transita la España cañí de siempre y la más ilustrada y sibarita, amantes todos, con mayor o menor poder adquisitivo, de las carnes rojas más o menos hechas, al punto en la mayoría de los casos. Amantes todos del chuletón aunque no todos se lo puedan permitir en la misma cuantía y frecuencia, que de eso ha hablado menos el ministro Garzón, y eso que hace gala de ser muy de izquierdas. El ministro se ha salvado por los pelos de la gran remodelación rotunda y expeditiva ordenada por Pedro Sánchez que visto lo visto confirma su puesto como chuletón mayor de un reino al que a veces parece pretender encaramarse de presidente de una república inconcreta e indefinida en casi todo menos en que sería, por supuesto, presidida por él mismo. Él en solitario, con él mismo y poco más, ya sin esa sombra a la que en los últimos años hemos venido en llamar Iván Redondo. A Pedro Sánchez le gustan los chuletones al punto, ‘algo imbatible’ nos dijo, al tiempo que ponía en entredicho toda su agenda 2050 y le daba un capón en toda regla al ministro Garzón, que a todas luces se libra de la quema porque es de la parte morada del conglomerado gubernamental y eso de momento no se puede tocar.
El joven ministro fue el que levantó toda la polvareda volviendo a demostrar su torpeza argumental y estratégica al conseguir que un debate serio que habrá que abordar, a saber, el cambio climático, la dimensión de las explotaciones ganaderas, la soberanía alimentaria, el excesivo peso de la carne ( y no siempre de la buena, o casi nunca) en la dieta, en un espectáculo viral en el que finalmente toda la España del chuletón y la barbacoa ha puesto a tender en las redes sociales los chuletones que se mete entre pecho y espalda, en crudo para la foto por supuesto, y para darle en las narices al ministro Garzón.
Por una vez Pedro Sánchez consiguió un amplio consenso coincidente con su posición que no dejó de ser, por lo demás, algo chulesca, de manera que Cayetana Álvarez de Toledo, siempre atenta a estos lances, bautizó a nuestro presidente del Gobierno como ‘el chuletón’. Pero por una vez pareció que nuestra España, tan crispada, dividida y envenenada, se unió en la defensa acérrima de las viandas cárnicas más ostentosas. Solamente nos faltó Andoni Ortuzar, desde el nacionalismo vasco, o el propio Oriol Junqueras, uniéndose al coro transversal en la defensa del solomillo nacional, o al menos estatal. Me juego uno a que tanto Andoni como Oriol son miembro destacados de la cofradía de las mejores carnes rojas de España, o del Estado. No hay más que ver su oronda estampa.
Todos han puesto a tender en redes sociales los chuletones que se meten entre pecho y espalda. Es lo que nos ha unido, mucho más que la pandemia más atroz del último siglo. Y el caso es que a mí, que también me siento impotente ante un buen chuletón al punto, en el mismo tono e intensidad que la mayoría de los españolitos de infantería, me parece un poco excesivo tanto exhibicionismo cárnico, con todo el respeto para las miles de personas que se ganan la vida en la industria agroalimentaria Hasta un poco de mal gusto este regocijo en enseñar los chuletones crudos tendiéndolos en las redes sociales como se tiende a pleno sol la ropa interior. Y a veces hasta un triste filete empanado con unas patatas fritas más bien revenidas ha servido durante estos días de culebrones veraniegos para darle en las narices al ministro Garzón. Hasta que llegó Pedro Sánchez con la remodelación del Gobierno y tuvimos algo de lo que hablar.
Al final lo que no ha conseguido la pandemia lo ha logrado la defensa acérrima y transversal del chuletón nacional. Y, sin embargo, por más inútil que sea el ministro que ha provocado la polémica, había un mar de fondo, mal planteado, con el que lo queramos o no nos vamos a encontrar antes o después. Y no solamente es el problema de la soberanía alimentaria, el cambio climático o los gases emitidos en exceso a la atmósfera cada día por millones de reses, por sacarle al asunto la pluma más humorística. No solamente es eso lo que puede poner en crisis todo el sector, también que la población vegetariana va en aumento, y lo seguirá haciendo, y esos serán los que terminarán por resituar lo de la producción de carne en la industria y en la dieta. Parece una tendencia que crece, y por supuesto merece todo el respeto.