Entiendo que en el momento de rellenar estas líneas todos los poseedores de más de dos dedos de frente sabemos que las vacunas funcionan, ¿verdad? La ciencia no es opinable. Vale, pues 'en estando' de acuerdo, sólo falta saber cuál es el modo adecuado de administrarlas, el calendario correcto. Y esa corrección incluye (de hecho «incluyó» es el tiempo verbal correcto) una jerarquía y unas prioridades por profesiones y tramos de edad. ¿En qué momento a nadie se le ocurrió incluir, a un mes de la Eurocopa, la profesión «Deportistas de elite que van a salir de España y a mezclarse y enfrentarse a otros deportistas de elite de otros países»? Algo turbio, algo terriblemente chapucero, tal vez representado en la imagen del encargado de estos protocolos en la RFEF paseando con las manos en la espalda musitando «se me olvida algo, se me olvida algo»... Porque el COI lo tenía previsto (jeringazo a todos los olímpicos rumbo a los Juegos -es la misma profesión, lean el entrecomillado-), pero aquí ha habido un fallo gordo y ahí andan Pepe Gotera y Otilio, sean quienes sean Federación y Gobierno, echándose las culpas de la falta de previsión. Y de fondo, la sospecha de que si UEFA aplica a rajatabla el reglamento-Covid previsto nos podría caer una sanción de época. Y más de fondo, una afición incrédula por la ridícula facilidad con la que se ha generado el debate: «¿Por qué a éstos los van a vacunar y no a (pongan aquí el nombre de su persona no-vacunada favorita)?». Estas medidas, las de saltarse el orden establecido en el calendario de vacunación, tienen poca higiene y difícil venta ante la opinión pública si, en lugar de trabajarlas como una medida excepcionar ante un evento excepcional, se tiran sobre la mesa de forma torpe (tras el positivo de Busquets) reforzando la idea de que a la hora de improvisar y meter la pata seguimos siendo medalla de oro.