María Antonia Velasco

María Antonia Velasco


Sánchez, un extraño presidente

14/06/2021

Sánchez, Pedro, presidente de España, se ha transformado en un presidente anómalo porque en la práctica no quiere ser presidente de toda España porque, aunque suene raro, de hecho va a prescindir de Cataluña, dejarla a su aire y a su suerte como si no fuera Cataluña una de las partes de esta nación. 
Para favorecer sus intereses particulares, se mete en los líos que vive esa región de la esquina superior derecha de España y promueve que los que decidieron hace una año que fuera una nación independiente y que reiteradamente lo vuelven a proponer, mencionando un derecho que no les asiste, regalándoles —porque le da la santísima gana— la indignidad de que el Tribunal Supremo vuelva sobre su veredicto del que no ha pasado ni siquiera un año. Sánchez quiere que les indulte y les saque de prisión porque así todos los españoles seríamos personas justas y cabales participantes de una gran concordia nacional. Es para los españoles una propuesta tan irreal como esa última tontería de Podemos de auto-nominarse como “el partido del amor”.
¡Miren quién habla…! Justamente eso es lo menos justo y cabal que se le ha podido ocurrir. Cuando una causa llega al Tribunal Supremo y es juzgada, ya no hay marcha atrás para nadie, ni para un asesino confeso ni para unos políticos descerebrados que lo único que tienen entre las meninges es separar un trocito de España para seguir en su particular negocio y liarla parda.
Porque seguro que a partir de ese momento anticonstitucional todo se ha trastornado ¿Para qué ha servido la constitución del 78 entonces, para que un caprichoso presidente se la salte a la torera y nos prive de lo que es nuestro por derecho y por revés? Porque Cataluña es una parte de España desde el principio de los tiempos. Con esta política hay toda una serie de derechos que destruye:
1. Echa por la borda el minúsculo detalle de tantos catalanes que no quieren ser secesionistas. 2.Priva de sus derechos constitucionales al resto de los españoles. 3.    Se compromete a mantener esa separación dolorosa, a costa de que unos mentecatos disfruten de su capricho y que la familia Pujol vuelva a mantener el saco lleno.
Este esfuerzo titánico de negar la evidencia le traerá muchos dolores de cabeza, si es que tiene lo que aquí llamamos vergüenza torera. Nuestro remero a contracorriente se propone remontar el río Ibérico y con la intención de desembocar en Europa, después de lidiar con ella (pues no hay nada más peligroso para Europa que su ejemplo) y tiene a González muy, pero que muy preocupado por la deriva separatista que su ejemplo está marcando y que el viejo presidente llama con acierto «centrifugación». Todo esto es evidente. 
La evidencia es un agua que mana de la fuente de la realidad, de la que sólo los muy chiflados se niegan a beber. Tendrá sed y no la atenderá, tendrá frío, que le entrará por el roto que va a cometer en el mapa, y sollozará. Él se equivoca y lo sabe, pero no existe otro ser más obcecado a la hora de dar su brazo a torcer. 
    En definitiva que tenemos un presidente de nocivos efectos secundarios que resulta contraindicado para la salud de esta nación.