Javier del Castillo

Javier del Castillo


Siempre nos quedará el futuro

24/05/2021

Cuando el presente nos disgusta, la mejor manera de evadirse de la dura realidad es pensar en el futuro. Felipe González lo expresó recientemente de manera muy clarita: «Cuando todo está mal – dijo -, llega un tío y dice que el futuro es cojonudo». No hace falta ponerle nombre y apellido a ese «tío». Es el mismo que olvida los más de cien mil fallecidos por coronavirus y repite una y otra vez el mantra de las vacunas. Y, si queda alguna duda sobre la importancia del futuro, no hay más que echar un vistazo al Programa 2050 de Iván Redondo
«Es en el futuro donde viviremos el resto de nuestras vidas», viene a decir el tal Redondo y, por tanto, hay que pasar página cuanto antes y ponerse manos a la obra para hacer frente a «los grandes desafíos». El Gobierno no ha sabido afrontar con éxito la crisis sanitaria, ni ha sabido generar confianza en los ciudadanos que han perdido el empleo, ni en los autónomos que han tenido que cerrar sus negocios. 
Tampoco ha sabido – lo acabamos de ver estos días – gestionar con éxito las difíciles relaciones diplomáticas con Marruecos. Sin embargo, sí ha conseguido adelantarse al futuro y dar prioridad a la Agenda 2030 y al Programa 2050. «Los grandes desafíos – explicaba Iván Redondo en El País – son el cambio climático, la digitalización y el envejecimiento». 
Aunque también advertía en ese mismo artículo que nadie tiene «el algoritmo del éxito», deja queda claro que frente al desastre del presente «siempre nos quedará el futuro». Con lo que está cayendo, parece una tomadura de pelo hacer pronósticos a treinta años vista. A los españoles que madrugan para ir a su trabajo, o para ir en busca del que ya no tienen, las prospecciones a largo plazo del Gobierno de Sánchez preocupan bastante menos que las soluciones inmediatas a su precariedad existencial.
El futuro que nos dibuja Iván Redondo, con un crecimiento anual del 1,5% y una economía verde, sostenible y respetuosa con el medio ambiente, que nos llevará al paraíso de 2050, no deja de ser una broma de mal gusto en la actual situación en la que nos encontramos. Los proyectos a largo plazo de este Gobierno – supongo que no pensarán seguir gobernando treinta años más – conviven curiosamente con sus esfuerzos para recuperar el pasado, una vez que Franco ya no molesta en el Valle de los Caídos y la guerra civil parecía estar ya casi olvidada. 
Frente al futuro de las nuevas generaciones y frente al pasado de quienes ya no están entre nosotros, existe un presente del que intenta evadirse el gobierno de Sánchez. La realidad es mucho más dura y cruel de lo que parece. Cuando empezábamos a vislumbrar el bienestar y la calidad de vida que anuncia el gurú de la Moncloa, resulta que más de seis mil marroquíes invaden Ceuta. Y eso que las relaciones con Marruecos eran excelentes.  
Cuando sólo había que pensar en el «futuro cojonudo» que nos espera, en la vacunación masiva y en la normalidad poscovid-19, tal y como quería Sánchez, resulta que el presente se empeña en estropearlo y en dibujar un panorama cada vez más complicado. Y, encima, el único pasado que les interesa, para recordar la guerra civil y la dictadura de Franco, comienza a desdibujarse en la memoria de quienes no lo vivieron.
P.D. Como decía acertadamente en un artículo mi amigo y paisano Antonio Yagüe, «en todo grupo humano hay un diez por ciento de gilipollas». El problema es que ese porcentaje está más concentrado en quienes nos gobiernan.