Javier del Castillo

Javier del Castillo


Obsesionados con Madrid

08/02/2021

Como campo de batalla para la confrontación política, Madrid no tiene precio. La capital de España lo aguanta todo sin quejarse y es el mejor chivo expiatorio de los fracasos, errores y debilidades del Gobierno y de algunos presidentes de comunidades autónomas desbordados por la crisis sanitaria y económica que estamos viviendo. Además, está gobernada desde hace demasiado tiempo (con el paréntesis de Manuela Carmena en el Ayuntamiento) por la derecha.
 Resulta muy fácil, desde la distancia, echarle la culpa a Madrid, «el buzón donde todo el mundo, principalmente ‘las provincias’, como las llama Ortega y Gasset, dirige sus quejas y reclamaciones». Lo explica muy bien Andrés Trapiello en su libro Madrid (Ed. Destino) que estoy terminando de leer estos días. El autor recuerda sus experiencias personales, desde que llegó de su León natal a principios de los años 70, a la vez que describe la historia de una ciudad hospitalaria y acogedora, en la que nadie pregunta de dónde vienes ni como piensas. Las peripecias del recién llegado, mientras deambulaba cargado de sueños por el centro de Madrid, me resultan cercanas, reconocibles. Bastante parecidas a las que unos años después me tocó vivir a mí. 
Pues bien, en esta ciudad que intenta vivir y dejar vivir, no hay manera de librarse de los ataques de quienes no soportan el dinamismo social y económico de la capital de España. No hay manera de evitar la crispación interesada y partidista, ni las acusaciones infundadas o malintencionadas que antes llegaban del País Vasco y Cataluña y que ahora empiezan a llegar también desde los gobiernos de otras comunidades autónomas, como Castilla-La Mancha o la Comunidad Valenciana. 
Es evidente que en la Comunidad y en el Ayuntamiento de Madrid se han hecho cosas mal durante el último año, pero tampoco se ha gestionado mejor la pandemia en Toledo o en Valencia. Y ahí están los resultados para demostrarlo. Madrid, con una población integrada por una mayoría de ciudadanos nacidos en otros lugares de España, ha sido – por su ubicación geográfica y su liderazgo económico – muy castigada por el Covid-19. Sin embargo, nadie pierde el tiempo buscando culpables externos.
Cuando García-Page critica a Madrid, no dice que en la capital de España se ha construido en seis meses un hospital de emergencia, mientras en Guadalajara la ampliación del ya existente está costando más de diez años. Tampoco ha ocupado grandes titulares el hospital de campaña de Valencia, que tuvo que ser desmantelado por culpa de Filomena, mientras algunos programas de televisión se alarmaban por el mal funcionamiento de algunos servicios del Isabel Zendal. Hospital, por cierto, que no tuvo que ser desmantelado cuando nos visitó Filomena y que acoge a más de quinientos enfermos que difícilmente podrían ser atendidos en otros hospitales madrileños.
Culpar a Madrid de los males propios sale gratis, pero algunos políticos de izquierdas - y también algunos compañeros de profesión – deberían tomar precauciones para no hacer el ridículo. La campaña contra Díaz Ayuso, pese a sus limitaciones, que no son pocas, puede tener el efecto menos deseado: convertirla en la mejor candidata del PP para volver a presidir la Comunidad de Madrid.
Menos mal que «en Madrid cabemos todos», como dice Trapiello. También aquellos que no soportan a su actual presidenta.