Fernando Jáuregui

TRIBUNA LIBRE

Fernando Jáuregui

Escritor y periodista. Analista político


La 'prima Lilibeth' se hubiera quedado en Abu Dhabi

18/09/2022

Sí, me refiero a la foto del padre, Juan Carlos I, con el hijo, Felipe VI, en el funeral más sonado de la historia: el de Isabel II en Londres, que congregará este lunes a reyes y mandatarios del mundo entero en la ceremonia que todos admiten que clausura una era. Las especulaciones acerca del cuidado con el que La Zarzuela prepara cada paso de los reyes para que no coincidan, o coincidan lo menos posible, con 'el padre', e incluso con 'la madre', crecen a medida que se acerca la hora de la última de las ceremonias que culmina los diez días de fastos tras la muerte de la anciana monarca del Reino Unido.

No habrá un solo fotógrafo de los centenares que se van a congregar allí que no haga lo imposible para captar la imagen de un padre con su hijo, aunque sea coincidiendo en un pasillo, un encuentro fugaz. Una anomalía que refuerza la idea de que el emérito no debería haber accedido a la invitación de Buckingham Palace: todo lo que sea tensión conviene poco a una institución como la monarquía.

Comprendo que para Juan Carlos I, que es hoy el máximo exponente de la época que se acaba, que se ha acabado ya de hecho, resultase muy duro permanecer en Abu Dhabi mientras todas las testas coronadas que con él convivieron en momentos de gloria se congregan para dar el postrer adiós a quien fue la 'primus inter pares' de todos ellos. No se rechaza una invitación oficial para asistir a un acto de estas características, te dicen quienes defienden que quien fue jefe del Estado de España durante cuarenta años se veía obligado, por cierto tras argumentar lo contrario días antes, a acudir a la 'cumbre' londinense. No estoy de acuerdo: las tensiones, especulaciones, dimes y diretes que este viaje desde el Golfo Pérsico está suscitando para nada convienen a una institución como la que representa hoy Felipe VI, un gran rey que trata de implantar en su Casa una normalidad que está resultando imposible de conseguir. Y no solo, por cierto, por culpa del emérito, contra quien nunca me erigiré en fiscal, aunque forzoso es reconocer que las cosas están hoy, en su contra, como están.

Máxime cuando un nuevo aluvión de hechos en contra de Don Juan Carlos prolifera en distintos medios de comunicación, incluyendo una serie que no ahorra los aspectos más negativos de su reinado, minimizando algunos de los más positivos. La Zarzuela, que ha aprendido no poco en los ocho años de Felipe VI en el trono, y que se ha equivocado varias veces en este tiempo, conoce la importancia de una foto. Lo saben, claro está, los profesionales de la cosa, que colocan a Abascal-Olona o a Felipe González con Pedro Sánchez, que esta sí es imagen que veremos 'ad nauseam' en las próximas semanas, entre los afanes más inmediatos de sus objetivos. Pues entonces, la de un padre rey y un hijo rey que no se entienden, que se han alejado anímicamente desde que, hace algo más de dos años, el padre tomase el extraño camino de Abu Dhabi, con mayor razón ha de ser el no tan extraño ni oscuro objeto del deseo de las cámaras.

Yo creo que quienes están encargados de hacerlo lograrán evitar esta foto. O lograrán evitar, con posados 'ad hoc', lo que podrían ser las imágenes con más morbo para una ciudadanía lógicamente interesada en saber lo que hacen o no sus máximos representantes. Pero el daño ya estará hecho: Felipe VI, que es uno de los reyes más presentables del mundo, y su mujer, doña Letizia, que a sus cincuenta años recién cumplidos ha ganado no pocos enteros en el aprecio de los españoles y en el prestigio internacional, ven su viaje a la capital del Reino Unido lastrado por las connotaciones negativas de la polémica suscitada en un país que adora las polémicas: ¿debe o no ir el padre a un fasto donde solo debía brillar, digámoslo así, el hijo?

No, no es un debate de monárquicos y republicanos, de izquierda versus derecha, tan propio de las dos Españas de siempre. No, no es una fruslería sin importancia, algo secundario con la que está cayendo, Dios mío. La buena imagen de la Corona es algo que nos afecta a todos, y debería cuidarse hasta el último detalle. Yo creo que, si hubiese estado en las circunstancias de su primo lejano (que, por supuesto, es una especulación imposible, que conviene solo a un ejemplo), Lilibeth se hubiera quedado en el emirato.