Javier del Castillo

Javier del Castillo


Marlaska, Maroto y el de la moto

03/05/2021

Cuando ya todas las cartas están echadas – incluso las que contenían casquillos de bala y una navaja -, conviene reflexionar sobre lo que ha dado de sí la campaña electoral madrileña. Hay que señalar, en primer lugar, el fracaso estrepitoso de Pablo Iglesias, que llegaba dispuesto a echar a Isabel Díaz Ayuso y a la “derecha criminal”. Según todas las encuestas, Ayuso sacará más votos que toda la izquierda junta. Y Unidas Podemos, el partido de Iglesias, será la quinta fuerza política, por detrás del PP, PSOE, Más Madrid y Vox. 
Resulta cada vez más evidente que Iglesias no dejó el Gobierno de España para salvar a Madrid de la derecha, sino para intentar salvar los muebles de una opción política en caída libre. A juzgar por las últimas encuestas, y pese a su nueva estrategia de alertar sobre amenazas fascistas y del peligro que supone la derecha para la democracia, no evitará el descalabro. Como si no quisiera aceptar que el auténtico peligro para esta democracia se llama Pablo Iglesias.
Es verdad que ·a veces llegan cartas con sabor amargo, con sabor a lágrimas…·, que cantaba Raphael, pero lo que no podíamos imaginar es que llegaran con casquillos de bala o navajas dentro. Ni que esas cartas amenazantes fueran exhibidas como un trofeo por los candidatos de la izquierda, algo que no hizo Ayuso con la suya. Todo lo contrario. «A estas amenazas hay que darles la importancia que tienen: ninguna». Y, a continuación, recordó la llamada a la tranquilidad de Aznar, cuando sufrió el atentado de ETA, y la reacción de Rajoy, después de recibir el crochet de derecha de un energúmeno mientras paseaba por Pontevedra.
Otra reflexión importante que cabe hacerse sobre esta campaña es el papelón de Gabilondo, con los guiones escritos por Moncloa. El mensaje del candidato socialista se fue radicalizando al compás de las encuestas. Del «con este Iglesias no» pasó al «Pablo tenemos hablar; nos quedan doce días para ganar las elecciones», porque así se lo exigieron. Y porque alguien le insistió en que para movilizar a la izquierda no hay nada mejor que demonizar a la derecha. 
La incoherencia y la sombra negativa de Sánchez en los mítines han marcado el final de la campaña de Gabilondo y probablemente el final de su carrera política. Se merecía una salida mucho más honrosa, pero no ha querido – o no ha podido – imponer a Sánchez su filosofía de moderación y transmitir esos mensajes de diálogo y concordia con los que se había identificado hasta ahora.
Gabilondo no tiene ya edad para que le tutelen y le den instrucciones, Iglesias hace mucho tiempo que perdió la credibilidad, si es que algún día la tuvo; por lo que Más Madrid, con Mónica García, se convierte en el referente de la izquierda para la próxima Asamblea de Madrid. A partir de ahí, habrá que ver luego cómo negocia Ayuso con Vox «a la madrileña» y cómo gestiona el Partido Socialista su derrota y la incapacidad de ganar a la derecha en la Comunidad, después de 26 años. 
Ni los argumentos del «justiciero» Marlaska, calificando al PP de “partido criminal” y recordando los «26 años de corrupción, de chapuza y de odio», ni las balas, ni la navaja ensangrentada que un esquizofrénico envió a Reyes Maroto, ni el de la moto, logran convencer a los madrileños para que voten de una vez al Partido Socialista.
Algo estarán haciendo mal los socialistas madrileños para que no les hagan caso.