Monumentos arquitectónicos de Guadalajara

Plácido Ballesteros
-

Ocho grabados que representan edificios notables de aquella histórica ciudad

Monumentos arquitectónicos de Guadalajara

LA ACTUAL PARRÓQUIA DE SAN GINÉS. De los ocho dibujos que el pintor Isidoro Salcedo Echevarría realizó para ilustrar el reportaje que sobre los monumentos arquitectónicos de nuestra ciudad publicó “La Ilustración Española y Americana” en el número correspondiente al 22 de febrero de 1877, hoy comentaremos tres: los correspondientes a la actual iglesia de San Ginés (antiguo Convento de Santo Domingo), a la desaparecida iglesia de San Miguel (de la que sólo se conserva en la actualidad la capilla de Luis de Lucena); y al que hoy conocemos como Torreón del Alamín (en el que al fondo se ve la silueta del también desaparecido Convento de San Bernardo). 

Los tres grabados son los más antiguos entre las imágenes de estos monumentos de la ciudad de Guadalajara que conocemos. 

Cuando fueron publicados, en febrero de 1877, sólo se conocían tres obras que contenían información sobre los edificios más significativos de la población: la Historia eclesiástica y seglar de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Guadalaxara (1653), de Alonso Núñez de Castro; el tomo II del volumen correspondiente a Castilla La Nueva de los Recuerdos y bellezas de España (1853), de J. M. Quadrado, que contiene la parte correspondiente a la provincia de Guadalajara; y La Crónica de la provincia de Guadalajara (1869), de José María Escudero. 

La primera incluía breves descripciones de los edificios más significativos, pero no contenía ninguna imagen; y en las otras dos, junto a las descripciones de los monumentos, en lo que respecta a la capital, sólo se publicaron grabados con dibujos de la Puerta principal y de los patios del Palacio del Infantado. 

De esta manera, podemos pensar que el dibujo que realizó el señor Salcedo Echevarría del exterior del antiguo Convento de Santo Domingo en 1877 es la imagen más antigua de las que disponemos de aquel edificio, entonces situado en lo que era el límite superior de la ciudad. 

Como pueden observar ustedes, en ella se recoge, además de la impresionante portada de su iglesia (hoy convertida en la parroquia de San Ginés), la fachada lateral en la que destaca la puerta de ingreso al cenobio (que hoy es el acceso al actual Instituto de Enseñanza Secundaria Castilla allí instalado, por la calle Virgen del Amparo). Todo realizado con mucho detalle en una estampa de gusto romántico en la que no faltan los perfiles de algunas personas y un carruaje que entra en la ciudad, mientras que un carro de labor sale hacia el campo.  

Todo ello perfectamente descrito en el breve texto con el que el periodista Eusebio Martínez de Velasco acompaña el dibujo de Salcedo, en el que ofrece al lector breve reseña, tanto de la historia del edificio, como de lo que podía verse entonces en su interior: 

“El señalado con el núm. 1 representa el exterior de la iglesia parroquial de San Ginés, antiguo convento de Dominicos. Fue fundado este templo por el célebre arzobispo toledano Fr. Bartolomé de Carranza, y no pudo ser concluido con arreglo al proyecto, a causa de las persecuciones de que su ilustre fundador fue víctima por el tribunal del Santo Oficio. En el exterior, fachada principal, llama la atención del artista un arrogante arco artesonado, y en el interior, que consta de una espaciosa nave y tres capillas laterales, hay algunos sepulcros notables, entre ellos el que guarda los restos mortales de D. Pedro Hurtado de Mendoza, señor de Tamajón, séptimo hijo del Marqués de Santillana, y de su segunda esposa Dª Juana de Valencia».

LA DESPARECIDA IGLESIA DE SAN MIGUEL Y EL MITO DE LA PRIMITIVA TUMBA DE ALVAR FÁÑEZ. Lamentablemente Martínez de Velasco aún fue más parco en la reseña del dibujo correspondiente a la desaparecida iglesia de San Miguel:

«El núm. 5 reproduce el exterior de la antiquísima iglesia de San Miguel del Monte, donde estuvieron depositadas las cenizas del bizarro caballero Alvar Fánez de Minaya, conquistador de la ciudad, hasta que fueron trasladadas al monasterio de San Pedro de Cardeña, cerca do Burgos. Reedificóse en 1520, a expensas del bachiller Antonio de León y Medina, canónigo de Toledo».

Como se ve, sólo dos noticias concretas, tomadas casi al pie de la letra de la Historia de Núñez. Además del dato cierto de la gran reforma realizada en el templo por el canónigo de Toledo, el antiguo cronista de la capital había recogido en sus páginas la tradición que sostenía que Alvar Fáñez, al que se le atribuía desde el siglo XVI la conquista de la ciudad a los musulmanes, estaba enterrado en esta iglesia, junto al Altar mayor, al lado de la epístola. Noticia que da por buena Martínez de Velasco, indicando que los restos del héroe castellano habían sido trasladados posteriormente a Cardeña. 

Tanto la leyenda de la conquista de la ciudad por Alvar Fáñez, como el mito de su enterramiento en la desaparecida parroquia de San Miguel, de la que se afirmaba que existía como iglesia mozárabe en tiempos de la dominación musulmana, estaba tan asentado en el imaginario de la ciudad, que en aquellas décadas de finales del siglo XIX un grupo de intelectuales entre los que cabe destacar a figuras tan importantes como don Miguel Mayoral y Medina, Román Atienza Baltueña y Juan Diges Antón promovieron una campaña para conseguir trasladar los restos del héroe castellano desde Cardeña a Guadalajara.

Pero, en lo referente a la descripción del templo, el señor Martínez de Velasco no realizó ninguna referencia para completar el dibujo del señor Salcedo. 

Se trata de una imagen en la que el artista, como era de esperar, le dio especial protagonismo a la parte más llamativa del templo, la capilla de Luis de Lucena, única parte de la parroquia de San Miguel que persiste en la actualidad. 

No obstante, como quiera que el templo fue derribado pasado poco tiempo desde que Salcedo realizara su dibujo, el grabado nos sirve para tener una idea exacta de cómo estaba integrada la capilla en el conjunto, en el que, junto a la misma, sobresalía su torre.