Las Ventas vuelve a latir

Javier López (EFE)
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La emblemática plaza madrileña reabre sus puertas tras más de un año de cierre en una emotiva tarde en la que Ventura y 'El Juli' fueron los grandes triunfadores

Las Ventas vuelve a latir - Foto: Fernando Alvarado

La plaza de toros de Las Ventas reabrió ayer sus puertas después de 18 meses de inactividad con un exitoso festival en el que, más allá de los trofeos cortados, que fueron siete, lo realmente importante fue volver a sentir el toreo latir en la primera plaza del mundo después de tanto tiempo.

Había nostalgia por volver a pisar el coso de Madrid, y la tarde fue desde el principio un torrente de emociones marcada por esa añoranza de más de un año de parón. Pero toda esa morriña quedó a un lado en cuanto salió el primer toro, pues cabe apuntar que, aunque fue un festival, de los seis astados reseñados había cuatro cinqueños, dos cuatreños y un utrero, algo de agradecer y que demuestra una vez más la importancia que se le da al toro en la primera plaza del mundo.

El primero fue un magnífico ejemplar de El Capea para que el rejoneador Diego Ventura se «emborrachara» con él en una faena muy completa y premiada con las dos orejas.

Llegó después el turno de los toreros de a pie y, para recordar viejos tiempos, llegó también el primer baile de corrales. Fue en el primero de Ponce, un inválido de Juan Pedro Domecq que tuvo que ser sustituido por otro del mismo hierro y que acabó también en los corrales por el mismo defecto que su hermano.

El Juli ofreció, posiblemente, su mejor versión ante un toro extraordinario de Garcigrande, al que lidió a cámara lenta con el capote y al que cuajó una faena en la que se le vio más relajado que nunca. El torero acabó su labor con dos orejas.

Manzanares hizo un tremendo esfuerzo con uno de Victoriano del Río encastado y muy exigente, de esos que no regalan nada y que a la mínima tendía a meterse. Había que llevarlo muy tapado y aprovechar la inercia inicial para que no parase, pues en cuanto lo hacía soltaba la cara y se iba directo a por el torero, que se mostró firme en una labor premiada con un trofeo.

Perera cortó también un trofeo de un buen toro Fuente Ymbro con el que se mostró técnicamente impecable a lo largo de una labor en la que anduvo fácil y templado pero sin acabar de entusiasmar. Y Ureña se topó con un «valdefresno» muy sosote, pero tampoco a él se le vio demasiado animado, por lo que su labor transcurrió sin pena ni gloria.

Cerró la tarde el novillero Guillermo García, que cortó una oreja más para cerrar así el festival.

Al finalizar la tarde la sensación de felicidad se tornó otra vez en incertidumbre. Las Ventas de momento vuelve a echar el candado hasta nuevo aviso. La Comunidad y Plaza 1 tienen la última palabra.