Editorial

La inflación contribuye a aumentar la desigualdad entre rentas

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El Atlas de Distribución de Rentas de los Hogares es un instrumento de análisis que elabora el Instituto Nacional de Estadística (INE) y que permite construir indicadores de renta media y su ubicación a nivel municipal e inframunicipal. En el caso de Burgos, ese Atlas señala que la renta de los 10 barrios más ricos de la capital multiplica por 2,5 la de los más pobres, y que la brecha entre los extremos ha aumentado en los últimos años. 

Los expertos coinciden en señalar que Burgos no tiene los problemas de grandes ciudades, y que no hay una brecha social excesivamente marcada; no existen guetos de pobreza que generen problemas de inseguridad. Sin embargo, la evolución de la economía determina que la riqueza tiende a concentrarse y que las desigualdades crecen. A ello contribuye, sin lugar a dudas, la inflación galopante que castiga los bolsillos de las familias españolas desde hace meses, sobre todo de las más vulnerables. El conocido como 'impuesto de los pobres' reduce la capacidad de consumo, de compra, sobre todo de quienes no están en condiciones de incrementar sus ingresos en la misma proporción que suben los precios. 

Intermón Oxfam, en su informe La desigualdad no se va de vacaciones, ponía de relieve que la inflación ha reducido el poder adquisitivo de los hogares más pobres un 30 por ciento más que el de los hogares más ricos. Ese es el auténtico caballo de batalla que han de embridar los gobernantes. En lugar de enmendarse los unos a los otros a cuenta de las medidas para ahorrar energía, vuelve a echarse de menos una estrategia a largo plazo, que tenga más en cuenta los intereses generales del país y de los ciudadanos que los particulares de cada formación política. 

Se avecinan meses complicados. Los expertos avanzan que en el otoño y el invierno llegarán las vacas más flacas. Las cifras del paro de julio y el último dato del PIB estadounidense conocido hace unos días no aventuran lo mejor. A mayores, en España nos enfrentaremos a la vuelta del verano a un prolongado año electoral, con las municipales y autonómicas en primavera y, en principio, las generales en diciembre de 2023. No son los periodos preelectorales los mejores momentos para buscar acuerdos. Los políticos utilizan esas contiendas para agrandar sus diferencias. 

Las expectativas no son halagüeñas, sobre todo, como deja entrever ese Atlas de Distribución de Rentas, para los hogares más humildes. De ahí que los argumentarios que preparan los partidos de cara a los comicios que están por venir no han de centrarse tanto en vagas promesas o proyectos etéreos, sino en soluciones concretas para las dificultades reales que están soportando muchas familias.