Un complicado rompecabezas

Agencias-SPC
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El asesinato del presidente Moise ha abierto un abanico de teorías, entre las que un complot del Estado cobra cada vez más fuerza

Un complicado rompecabezas - Foto: RICARDO ARDUENGO

El ataque fue de madrugada, el pasado 7 de julio y en su residencia privada. En la habitación matrimonial, donde su esposa resultó herida, Jovenel Moise recibió 12 impactos de bala que acabaron con su vida. Esas son las únicas certezas que existen sobre el asesinato del presidente de Haití, un magnicidio que sigue despertando más incógnitas que evidencias, puesto que la narración oficial continúa llena de lagunas.

De momento, las autoridades han detenido a más de una veintena de presuntos implicados en el asalto, la mayoría de ellos extranjeros, como supuestos miembros de un comando que llevó a cabo la misión de acabar con la vida del mandatario. Sobre la autoría intelectual, esta semana se arrestó al médico haitiano Christian Emmanuel Sanon, con residencia en EEUU y que recientemente había vuelto a la isla caribeña.

El Gobierno colombiano, nacionalidad de 26 de los 28 implicados  en el crimen -de los que cuatro fueron abatidos por la Policía-, confirmaron la identidad de varios miembros del grupo, a los que calificó como «mercenarios», y corroboraron que al menos 15 de ellos eran militares retirados del Ejército entre 2018 y 2020.

Además, investigan a cuatro empresas que habrían reclutado a los sicarios llegados a Puerto Príncipe desde Bogotá en dos grupos que viajaron en mayo y junio pasados.

Según la Policía haitiana, Sanon contrató al comando a través de una empresa de seguridad de capital venezolano y sede en Estados Unidos, con el cometido inicial de brindarle seguridad personal. Después, habrían presentado a los colombianos una orden de arresto contra Moise y se puso en marcha el plan del magnicidio, según la investigación haitiana.

Un audio que se atribuye a la primera dama, Martine Moise, quien fue ingresada en un hospital de Miami tras resultar gravemente herida en el ataque, abunda en la idea de que fueron asesinos a sueldo los autores del magnicidio, idea difundida desde el primer momento por las autoridades de su país.

Sin embargo, la oposición pone en tela de juicio la versión oficial.

El exsenador Steven Benoît afirmó que el presidente murió a manos de sus propios agentes de seguridad y que los colombianos habrían sido víctimas de una trampa para convertirlos en chivos expiatorios. «No fueron los colombianos quienes lo asesinaron. Ellos eran contratistas del Estado haitiano», aseguró.

Independientemente de esta teoría, las dudas planean sobre la actuación de la seguridad presidencial por no haber impedido el ataque a la residencia del mandatario, ubicada en la parte alta de la capital y cuyo acceso, por una callejuela, está siempre custodiado.

De hecho, no hubo bajas ni heridos entre los encargados de la custodia del domicilio del mandatario, a pesar del enorme número de balas empleado en el ataque.

Enigma para todos

A la investigación sobre el terreno ya se ha sumado un equipo de la Policía de Colombia para contribuir al esclarecer las motivaciones y averiguar quiénes son, realmente, los autores intelectuales y materiales del magnicidio. También colaboran en las pesquisas el FBI y el Departamento de Seguridad Nacional (DHS, en inglés) de Estados Unidos.

Por ahora, nadie ofrece una aclaración satisfactoria para semejante rompecabezas y hasta el embajador de Haití en España, Louis Marie Montfort Saintil, manifestó su estupor ante lo ocurrido.

«Yo, personalmente, como embajador no tengo explicación de lo sucedido. Estamos esperando las noticias, pero una cosa es cierta: el presidente está muerto y, si es así, hay culpables. Es importante encontrar al autor intelectual del crimen. Pero las causas que llevaron al asesinato del presidente solo lo saben ellos», aseguró. La otro incógnita es quiénes son «ellos».