Rafael Torres

FIRMA SINDICADA

Rafael Torres

Periodista y escritor


El Kamasutra de los rojos

26/05/2022

El actual vicepresidente de la Junta de Castilla y León, de Vox, borró sus violentos tuits tabernarios, machistas, racistas y homófobos cuando se presentó a las elecciones regionales, pero a día de hoy no ha logrado borrar el contenido de ellos de sus entendederas, algo limitadas al parecer. Lo primero que no entiende es que ostenta un cargo institucional que le obliga por ley y por decoro, si no a esforzarse mucho por carecer de una ocupación específica en cualquier consejería, sí a tratar con respeto y educación al conjunto de la ciudadanía a la que debería servir y que, en todo caso, le paga. Pero no lo entiende, ni parece entrar en sus planes entenderlo alguna vez.
Si en los tuits borrados, anteriores a su entrada en la "política" (¡!), daba rienda suelta a su inquietante numen creador tildando de putas y guarras a algunas mujeres, de julandrones y maricas a progresistas, futbolistas y actores, de sucios a los negros y de ladrones a los gitanos, suponiendo, encima, que lo hacía con una agudeza y una gracia deslumbrantes, en los imaginarios tuits que se han quedado en su cabeza la cosa no ha variado mucho: hace un par de días aseguró que la izquierda adolece de una raro gusto por la perversión sexual, parafilia que se manifestaría, según él, en su obsesión por enseñar a los niños de seis años toda suerte de posturas sexuales. El Kamasutra de los rojos, vamos.
El actual vicepresidente de la Junta de Castilla y León es pródigo en energumenismos, en agresiones verbales a sus semejantes no sé si dictadas por la ignorancia, el miedo o el odio, o por las tres cosas. Antes, las vertía en esos tuits cochambrosos, pero hoy lo hace en vivo y en directo, profanando un oficio que debiera ser noble, la política, y su ágora natural, el parlamento de la región, desde cuya tribuna insulta soezmente a sus adversarios y, por extensión, a cuantos castellanos y leoneses representan. Antes no tenía más poder que el de la ociosidad del tuit; hoy es vicepresidente.
Aterra pensar que quienes le votaron, a él y a las siglas que tan cabalmente representa, puedan comulgar con eso, indentificarse, percibir igual de mal que García Gallardo la libertad de sus paisanos. Y tanto o más que eso aterra que un partido de estado y de gobierno como el PP vaya de la mano, como rehén, como cómplice o como cooperador necesario, de ese tósigo envenenador del buen gusto y de la convivencia.