Nuestras vecinas las grajillas

Fernando López Herencia
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Los ejemplares de este ave se redujeron en las últimas décadas por varias causas

Nuestras vecinas las grajillas

En la década de los años sesenta del siglo pasado, la grajilla se había convertido en el córvido más abundante de los que pueblan nuestros campos y ciudades. Yo, particularmente, la mayor bandada que he visto de un ave de nuestra fauna fue de grajillas, en la época que se desplazan sobre todo en otoño a lugares más propicios. Aunque no es una especie que haga grandes desplazamientos no sabría calcular los miles de individuos que componían aquella enorme masa volante que no se veía el principio ni el final. Por momentos pensé en el paso de la paloma viajera de Norteamérica de mayor tamaño que una torcaz, que formaba bandos de millones de ellas, incluso tardaban más de un día en pasar por el mismo punto. Sin embargo, una vez más la mano del hombre, con su codicia e incultura, hizo que en 1914 muriese en el Zoo de Cincinnati el último ejemplar de esta emblemática paloma.

Antes la persecución que se ejercía a sus depredadores naturales propició su expansión, pues rapaces como el azor, que es el mejor y más efectivo de sus enemigos ya que está especializado en la captura de córvidos, era muy difícil encontrar éstas a rapaces fuera de las grandes masas forestales. Sin embargo, la protección que se las dispensa unido, a un mayor conocimiento de las funciones de las rapaces en el medio natural por parte de la población, ha favorecido el aumento del azor, su mejor controlador y de otras rapaces.

En las últimas décadas, por diversas causas, ha pasado a un número mucho más exiguo. En los cortados o terreras del río Henares había un bullicio permanente, ya que el ellos criaban aprovechando huecos y grietas, a pesar de que cada uno estaba ocupado por una pareja de halcones. Pero se ve que su carne mochina, en términos cetreros, no es del interés de estas rapaces, ya lo decía el antiguo halconero Pedro López de Ayala, que era pesada y de difícil digestión.

Nuestras vecinas las grajillasNuestras vecinas las grajillasAdemás de los cortados del río las grajillas construyen nidos en árboles, huecos de murallas, puentes, iglesias, catedrales y otros edificios, introducen ramas de forma que no permite la entrada a otras aves como lechuzas dejando un pequeño orificio por donde entran ellas, éste pequeño córvido vive en grupo todo el año incluso en la época de criar lo hace en colonias, lo que es de gran utilidad a la hora de encontrar comida o defenderse, se ha observado que si algún depredador se acerca a un nido la hembra que incuba emitirá una serie de graznidos poniendo en guardia al resto, acudiendo rápidamente en su ayuda, además de los sonoros graznidos darán pasadas, picotazos y golpearan con las patas al intruso que no tendrá más remedio que desistir ante tan desmesurado ataque.

La dieta es muy variada. Se puede decir que es omnívora. Destaca que una buena proporción la componen granos y semillas de todo tipo, por eso se las ve caminando por campos de cultivo y pastizales, entre el ganado, ya que al paso de las reses se mueven muchos insectos que también son consumidos, sobre todo en la época que tienen que aportar proteínas a los pollos, entre tres y cinco de ellos que esperan impacientes. El resto de alimento son invertebrados, como pequeños reptiles, huevos, desperdicios que encuentran en los vertederos y, como todos los córvidos, no desdeñaran la oportunidad de alimentarse en cualquier carroña animal. Una curiosidad es verlas en las orillas de ríos y arroyos, donde la tierra ha sido arrastrada, quedando solo los cantos rodados. Éstos son volteados con el pico en busca de las nutritivas larvas acuáticas.

El panorama actual es diferente, mucho más escasa. Su declive en los cortados y roquedos tiene una relación directa con el aumento del búho real, que las captura durante la noche, cuando las grajillas descansan. Como ha ocurrido con algunas parejas de halcones, y como a otras muchas aves, los tratamientos de las semillas y los productos que se utilizan en la agricultura la ha relegado a zonas urbanas, donde se sienten más seguras. Así ocurre con las urracas. En nuestra capital se las ve con bastante frecuencia por la plaza de Santo Domingo. Antaño criaba en la iglesia de San Ginés. En el Zoológico Municipal permanece todo el año entre otras aves donde también hace sus nidos.