Noticias sobre los ingenieros militares en Guadalajara

Plácido Ballesteros
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El incendio supuso un duro golpe tanto para el Cuerpo de Ingenieros como para la ciudad de Guadalajara

Noticias sobre los ingenieros militares en Guadalajara

El 23 de abril de 1877, La Ilustración Española y Americana recogió en sus páginas una noticia relacionada con la Academia de Ingenieros del Ejército, radicada por entonces como se sabe en Guadalajara capital. Era una breve reseña que daba cuenta de un desgraciado incidente producido durante las clases de equitación en el transcurso de las que uno de los alféreces alumnos (del que se ofrece el retrato) se había ahogado al vadear el Henares tratando de socorrer a un compañero, que finalmente también pereció. El 8 de octubre de ese mismo año, el recuerdo de aquel accidente volvía a ser noticia con motivo de la inauguración de un monumento erigido a la memoria de aquel alférez, llamado Jorge Porrúa, sufragado a expensas de sus compañeros.

Tras estas primeras referencias relacionadas con la presencia del Cuerpo de Ingenieros del Ejército en nuestra capital, hemos localizado en las páginas del semanario ilustrado madrileño otras muchas más, fechadas entre ese año de 1877 y 1920. Todas ellas ilustradas con interesantísimos grabados que nos permiten conocer gráficamente una parte importante de nuestra historia contemporánea; pues durante aquellas décadas la presencia de los ingenieros militares marcó en muchos aspectos el devenir de Guadalajara capital y, por extensión, del resto de la provincia. Circunstancia de la que, idirectamente, dimos cuenta la semana pasada al destacar cómo las tropas de ingenieros militares tuvieron un protagonismo especial en las tareas de auxilio tras las catastróficas lluvias que asolaron la capital, Brihuega y otros muchos pueblos de su entorno al final del verano de ese mismo año.

La presencia del Cuerpo de Ingenieros militares en Guadalajara es un tema sobre el tenemos ya muy buenos estudios a los que poder remitirnos desde esta sección de Libros con historia. 

Desde los breves pero exhaustivos artículos de Pedro J. Pradillo sobre la Academia de Ingenieros (http://enwada.es/wiki/Academia_de_Ingenieros_del_Ej%C3%A9rcito y https://es.wikipedia.org/wiki/Academia_de_Ingenieros_de_Guadalajara), hasta los completos trabajos de Juan Carrillo de Albornoz ( Bicentenario de la Academia de Ingenieros, Madrid, 2003), de Andrés García Bodega (Guadalajara y los ingenieros militares, 2006), de José Ignacio Muro Morales (Ingenieros militares: la formación y la práctica profesional de unos oficiales facultativos, 2007) y de José De Luis Alegre (El incendio de la Academia de ingenieros de Guadalajara, 2020). También la obra colectiva que en 2011 apareció coordinada por Andrés García Bodega, con motivo del III Centenario de la creación del Cuerpo de Ingenieros Militares y el I Centenario de la Aviación Militar Española, cuya portada ofrecemos como ilustración.

A cualquiera de ellos pueden ustedes si quieren una información detallada de cuál fue la trayectoria de los Ingenieros militares en Guadalajara, por lo que aquí me limitaré a recordar sus hitos fundamentales, que comenzaron con la instalación de la Academia en Guadalajara. Por una Real Orden fechada el 13 de septiembre de 1833, la institución se instaló en el antiguo Palacio de Mostesclaros, situado frente al del Infantado, en las dependencias que había ocupado la Real Fábrica de Paños, cerrada pocos años antes. 

En sus aulas, se formaron 115 promociones de oficiales de ingenieros militares a lo largo de las décadas siguientes. Hasta su desaparición debido al desgraciado y pavoroso incendio ocurrido en la madrugada del 10 de febrero de 1924.

Por allí pasaron casi dos millares y medio de oficiales, que recibieron formación en muy diversas materias y asignaturas, que fueron incorporándose a los sucesivos planes de estudios según fue evolucionando la ingeniería: Artillería, Fortificación, Ataque y defensa de Plazas, Minas, Pólvoras y Explosivos, Castrametación, Armas Portátiles, Ferrocarriles y Carreteras, Telegrafía Militar, Aerostación, Arquitectura, Electrotecnia, Física y Química, Mineralogía y Geología, Matemáticas, Geodesia y Topografía; además de disciplinas complementarias como  Arte y Geografía e Historia. 

La parte práctica comprendía el levantamiento de planos y el manejo de los instrumentos geodésicos y topográficos, la realización de reconocimientos y análisis de edificios, la realización de ensayos y simulacros de operaciones relacionadas con la ingeniería militar, etc.

Entre otras instalaciones, la academia contaba con diversos Gabinetes, entre los que cabe destacar los de Física, de Mineralogía, de Fotografía, de aparataje para el estudio de la Astronomía, de Geodesia y Topografía, de Mecánica y Electricidad, de Telefonía y Telegrafía, de Artillería y Fortificación, etc. Completados con una magnífica Biblioteca que llegó a contar con más de 20.000 volúmenes repartidos en tres grandes estancias, y que estaba suscrita a las principales publicaciones de ingeniería civil y militar, nacionales y extranjeras. 

Dispuso también de un extenso campo de prácticas que, entre otros espacios incluía un picadero y  una vía de ferrocarril con locomotora.

Entre sus profesores y alumnos encontramos a los personajes que protagonizaron los momentos culminantes del avance de la ingeniería y la técnica aplicada a la milicia, entre los que cabe destacar a Antonio Remón Zarco del Valle, Mariano Barberán, Eduardo Barrón, Emilio Herrera Linares, Alfredo Kindelán, José Ortíz Echagüe o Pedro Vives Vich. 

Todos ellos habían pasado por Guadalajara antes del gran incendio que devastó la Academia en los primeros días de febrero de 1924. Aquel suceso supuso un duro golpe tanto para el Cuerpo de Ingenieros como para la ciudad de Guadalajara. Como consta en informes militares, los tres grandes baluartes de la institución, la Biblioteca, el Archivo y el Salón de Retratos, quedaron completamente destruidos por el fuego. En la Biblioteca se perdieron casi todos sus volúmenes, algunos de ellos valiosísimos incunables que había sido llevados allí desde la antigua Academia de Matemáticas de Barcelona. Con el Archivo se perdió gran parte de la historia de la Academia. Y en el Salón de Retratos las llamas destruyeron 73 de cuadros al óleo y grandes fotografías de los más importantes ingenieros militares. Afortunadamente, los que pudieron ser rescatados forman parte de las colecciones de bienes del patrimonio histórico mueble custodiado por el Ejército de Tierra.

Aunque en los días siguientes a la catástrofe visitaron Guadalajara el presidente del Consejo de Ministros, General Primo de Rivera, y el Monarca, que prometieron a las autoridades locales que la Academia sería reconstruida, para lo que se redactó un proyecto de reconstrucción, las obras se limitaron a la consolidación de algunas dependencias; por lo que algunas aulas se instalaron en otros edificios de la ciudad. Y cuatro años después, una Real Orden reorganizó la enseñanza militar, disponiendo que los ingenieros militares repartirían sus años de estudio entre las instalaciones de Guadalajara y Zaragoza.

En 1931, ya con la Segunda Republica, la Academia de Ingenieros se fusionó con la de Artillería dando lugar a la Academia de Artillería e Ingenieros de Segovia.

Durante la Guerra Civil ambos bandos establecieron sendas Academia del cuerpo de ingenieros: en la llamada Zona Nacional se crearon una Academia de Oficiales en Burgos y otra en Sevilla; mientras que en la Zona Republicana se estableció una Escuela Popular de Guerra para Ingenieros y Transmisiones en Godella (Valencia).

Al finalizar la contienda civil, a pesar de las gestiones del ayuntamiento de Guadalajara para que la Academia fuera reinstalada en la ciudad, la institución se consolidó en Burgos, instalada en el Convento de la Merced. Posteriormente, en 1968, fue trasladada a Hoyo de Manzanares..