María Antonia Velasco

María Antonia Velasco


Necrológica para Juan Jesús

29/11/2021

Mi primo Juan Jesús en la fecha de Todos los Santos y unos días antes de morir, escribió:  «Rescatando el sentido de este día entre las insulsas calabazas y falsas telarañas, propongo un brindis por los que ya no están. Por los abuelos, primos, padres, tíos y hermanos. Por los amores que ya son polvo de estrellas, pero mantienen sus lares a nuestro lado. A todos y a cada uno de ellos, un cálido recuerdo y tres palabras: gracias, perdón , os quiero. Por los que faltan y dejaron su ausencia escrita en recuerdos. Por aquellos que dejaron de ver nuestros ojos y nosotros los suyos, por los que el corazón les falló y dejaron de escribir notas en la partitura de nuestra vida. Por aquellos que prometieron ser felices y murieron luchando por conseguirlo y por aquellos que murieron con una sonrisa en la cara tras años y miles de recuerdos vividos entre todos».
Esta es la nota que nos ha dejado mi primo Juan Jesús que murió ayer a una edad temprana diciendo esas cosas que nos importan. 
A mí me importa mucho su muerte prematura. Tuvimos una infancia compartida en los veranos de El Bosque, en Sigüenza, donde veraneábamos todos, mis primos de Cádiz y nosotras, las de Guadalajara, en un escenario de felicidad que nunca podremos olvidar.
Ahora mi hermana Marta está escribiendo una novela y allí sale repetidamente Juan Jesús. Juntos corrimos muchas aventuras (que de niños dejan alegría y sorpresa marcadas a fuego y sangre para siempre) conocimos perros, gatos, pájaros, saltamontes (cada uno con sus nombres, pues es manía de los más pequeños bautizar a todo lo que se mueve) y sorteamos peligros  en un paisaje de caídas de árboles, chapuzones en el estanque, brujas por los pasillos larguísimos que nos salían al paso y otros peligros mucho más reales, como cuando mi primo se rompió una pierna resbalando por el cuello de un burro que repentinamente se asustó. En otra ocasión recuerdo que un conejo le mordió en un dedo con sus afilados incisivos y se organizó una revolución familiar que acabó con la visita al médico y con una temible inyección.
Que el viaje por lo desconocido le sea benéfico, que Dios le conceda el perdón de sus faltas, que le sonría la suerte y encuentre al final de la vida el prometido paisaje donde seguir jugando al croquet que le entusiasmaba.
Gracias sean dadas por la vida que llevó pues fue feliz en el amor, en la amistad de sus amigos y en el calor de hermanos y padres. Me despido de él repitiendo sus palabras finales de gratitud: «En primer lugar para ti, Rosa, que me has cuidado y convertido mi vida en una muy buena, por los amores que ya son polvo de estrellas, pero mantienen sus lares a nuestro lado. A todos y a cada uno de ellos un cálído recuerdo y tres palabras, gracias, perdón , os quiero. Por los que faltan y dejaron  su ausencia escrita en recuerdos, acordémonos verdaderamente de ellos… ¡Feliz día de todos los Santos!» 
Palabras que me han hecho recordar la vida compartida con nosotros de quien fue maduro en el amor, socialmente reconocido y destacado en su profesión, sin dejar de ser aquel niño travieso al que le mordió un dedo un conejo.