Enrique Belda

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Enrique Belda


¿Qué salvarías de tu casa?

05/10/2021

Cuando las barbas de tu vecino veas quemar, pon las tuyas a remojar. Este dicho resume todo el egoísmo que encierra el alma humana: es compatible que te preocupes por tu semejante y de corazón le eches una mano, pero te pones a darle vuelta a la cabeza de qué te pasaría si te encontraras en esa tesitura. Junto a este egoísmo hay otro peor, el negacionista, que une a la falta de empatía la ausencia de imaginación o de simple anticipación, pensando que a uno no le ocurren desgracias.
En mi caso, supongo como en la mayoría del de ustedes, solo tenemos el grado básico de egoísmo por lo cual, a la vista de la huida precipitada de los vecinos del suroeste de La Palma, hemos recapitulado qué cosas salvaríamos de nuestro hogar y nuestra vida, si tuviéramos quince minutos para meter rápidamente nuestras pertenencias en el maletero del coche. Desde Eduardo Sotillos a Vargas Llosa se ha puesto de moda esta pregunta.
Mi parecer es que lo que se intuye importante, no es urgente de recuperar, pues está registrado en algún lado (escrituras de propiedad, recibos de la hipoteca, testamento, carné de Comisiones Obreras), y que son las cosas sentimentales o irrecuperables, las que deben de salvarse: álbumes de fotos previos a la digitalización, vinilos, casetes (si eres viejuno), diarios, cartas con amenazas, y quien lo tenga, joyas, lingotes y dinero negro. La gente cultureta añadiría libros. En mi caso solo salvaría los que yo he escrito, que son un mojón pero son míos y no los voy a volver a comprar, precisamente porque no adquiero libros malos.
La ropa, si sobra sitio y a pesar de zaras y mulayas, conviene amontonarla toda en el salvacolchones y hacer un hatillo, pues la comodidad de lo usado es impagable. Finalmente, si hubiera huecos, o en su caso dejando fuera del coche a alguno de la familia, es aconsejable rescatar lo que se pueda de la bodega. Perdonen el enfoque, que no desmerece mi apoyo y solidaridad (efectiva, dando dinero también) a los que han perdido su casa, pero prefiero eso a contarles que vivo en una de las mayores zonas volcánicas de España, el Campo de Calatrava, y que los listos me señalan en un mapa estos días un volcán que desconocía a menos de dos kilómetros de casa. Ríanse si quieren, pero venga un ingreso a los damnificados: Ayuda a los afectados del volcán de La Palma - Cruz Roja.

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