Javier del Castillo

Javier del Castillo


Al abordaje

21/06/2021

Ya se ha dicho casi todo sobre el abordaje de Pedro Sánchez a Joe Biden por los pasillos de la sede de la OTAN en Bruselas. Se habían creado grandes expectativas en Moncloa sobre el primer encuentro, primer cruce de palabras, de Sánchez con el mandatario estadounidense, pero todo quedó en una anécdota. En una anécdota, por cierto, bastante ridícula.
La primera toma de contacto de Biden y Sánchez fue vista y no vista. Un desfile improvisado y poco creíble.  Sobre todo, porque el primero ni siquiera se dignaba a dirigir la mirada a su interlocutor durante el escaso minuto de gloria que buscaba nuestro presidente. Por favor, por favor…
Sin embargo, en la rueda de prensa posterior al asalto, Sánchez se encargó de desmentir a quienes le quitaban importancia a esa foto de pasillo. En cuestión de segundos, según el inquilino de la Moncloa, hubo tiempo para hablar de nuestro convenio bilateral de defensa con EEUU, de la inmigración, de la situación en Latinoamérica y de la agenda progresista de la nueva Administración norteamericana.  Es difícil dialogar por un pasillo, en menos de un minuto, sobre asuntos de tanto calado en menos tiempo. Solo algunos “superdotados”, como él, pueden conseguir tantas cosas en tan poco tiempo.
Después de esta primera toma de contacto, también según Sánchez, seguiremos colaborando y trabajando con EEUU, «como prueba de la excelente relación que existe entre ambos países». Para partirse de risa, si no fuera porque está en juego el prestigio y la imagen de España en el mundo. Lo breve, si bueno, dos veces bueno. 
Pero tenemos también otros abordajes en España que ponen de manifiesto la catadura moral y la predisposición al diálogo por parte del nuevo gobierno catalán. Por ejemplo, el abordaje nada amistoso con el que tiene lidiar el Rey de España cada vez que viaja a Cataluña. 
El mismo jefe del Estado que firmó el nombramiento de Pere Aragonès como nuevo presidente de la Generalitat y que firmará dentro de poco el indulto del Gobierno a los condenados del procés sigue siendo persona non grata para los dirigentes de esa comunidad autónoma. Su defensa de la Constitución es incompatible con la hoja de ruta del independentismo. 
Atacar al Rey y cargarse la Monarquía – sin que el presidente del Gobierno tenga la valentía de salir en su defensa – es un primer paso. Y el siguiente está también en la agenda: cambiar la Constitución y celebrar un referéndum que permita – por las buenas o por las malas - declarar la independencia de Cataluña.
El primer abordaje, el de los indultos, ya está decidido, aunque nadie sea capaz de ofrecer una explicación convincente de cómo incidirá esta medida de gracia en un nuevo clima de diálogo entre el gobierno de España y el gobierno catalán. Hasta ahora, lo que estamos viendo no parece que vaya en esa dirección. Con una agravante añadida: los indultos ponen en evidencia al Tribunal Supremo y permiten dar la razón a Puigdemont, dejando sin contenido la extradición y debilitando en los foros internacionales nuestro actual estado de Derecho. 
Detrás del increíble abordaje de Sánchez a Biden se esconde una realidad que nuestro Gobierno trata de soslayar con escasa fortuna. España no será respetada y admirada, mientras tenga un presidente que incumple su palabra y que defiende hoy una cosa y mañana la contraria. 
Seguramente que ya le habrán dicho a Biden que miente más que habla.