El Partido Popular ha lanzado una nueva serie de epítetos para dibujar el estado en el que se encuentra el Gobierno de coalición, desde "desesperado" porque ha sacado a la palestra la fotografía del presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, con el narcotraficante Marcial Dorado,  a señalar de que el Ejecutivo se encuentra  "en demolición" tras los enfrentamientos entre sus dos patas a cuenta de la toma en consideración de la reforma de la 'ley del solo sí es sí' y la división en las manifestaciones feministas del 8-M.  

Tanto la parte socialista como la parte de Unidas Podemos se esfuerzan en otorgarles la razón a los estrategas populares, y no se dan ni un día de tregua para poner de manifiesto sus discrepancias en cuanto a las leyes que pretenden ser el colofón progresista de la legislatura, como la ley de Vivienda. O se han olvidado de que antes de que se pongan en circulación las propuestas hay que debatirlas y no mostrar las costuras de decisiones que solo están hilvanadas, o es que les gusta dilucidar sus enfrentamientos en los medios de comunicación para que todo el mundo pueda observar cómo se despellejan y los posibles votantes asistan atónitos a un nuevo episodio de discrepancias y desacuerdos, en los que vuelven a chocar dos visiones del problema, la de Unidas Podemos, más ideológica y maximalista y por tanto más atractiva para quienes padecen algunos de los múltiples problemas que han de afrontar par acceder o pagar una vivienda de alquiler, y el PSOE que trata de compaginar los derechos sociales con los derechos económicos de los propietarios. A ambos les empuja el deseo de afrontar una situación que hace muy difícil el acceso y el mantenimiento de una vivienda, pero sus posiciones están todavía muy alejadas en cuanto a la forma de abordar el asunto.  

Cuando la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, afirma que la ley de Vivienda está prácticamente acordada a falta de la resolución de algunos flecos, la ministra de Derechos Sociales y líder de Podemos, Ione Belarra, afirma que las posiciones están tan alejadas como antes de que el PSOE haya decidido subir del 2% al 3% la limitación del precio de los alquileres e introducir un nuevo índice de referencia para fijarlos. Si la pretensión era que al lanzar una señal optimista sobre la ley de Vivienda se relajara el ambiente de crispación que se generó con el inicio de la reforma de la ley del solo sí es sí, el intento no ha podido ser más fallido y ha tenido el efecto contraproducente de acentuar las contradicciones. A pesar de que el presidente del Gobierno ha pedido a sus ministros apaciguar el ambiente, las ministras de Podemos no han cejado de alimentar la estrategia de la tensión. Lo hicieron en las declaraciones de las marchas feministas y lo han vuelto a hacer a la mínima oportunidad que se les ha presentado.  

Y en este clima de confrontación la vista vuelve a girarse hacia la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, a la que los socialistas recriminan que no lograra que las ministras de Podemos acercaran posiciones sobre la ley de libertad sexual tras sus efectos indeseados, y que ahora esperan que realice algún tipo de mediación para encauzar el diálogo sobre las discrepancias y no volver a dar la sensación de que el Gobierno se encuentra en fase de "desmoronamiento", como afirma el PP.