Francia tiene un problema

Diego Izco
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El botellazo a Payet es solo la punta del iceberg en la competición donde más mandan los ultras

Francia tiene un problema

Algo está podrido en Francia. Más concretamente, en el fútbol francés. El pasado domingo, la imagen de la vergüenza recorrió el planeta; a los cinco minutos del partido más importante de la jornada, una botella lanzada desde la grada impactaba en la cabeza de Payet (Marsella), el duelo era suspendido y este miércoles conocíamos el castigo al seguidor del Lyon, identificado el mismo día del partido: seis meses de prisión y prohibida la entrada al estadio durante cinco años. 

Desgraciadamente, no es un hecho aislado en el fútbol galo: hasta 10 encuentros de Ligue 1 y Ligue 2 (primera y segunda categorías) han sido suspendidos esta temporada: en un Niza-Marsella los ultras locales saltaron al terreno de juego después de un lanzamiento de objetos al césped (y del césped se lanzaron de vuelta a la grada por parte de los visitantes, entre ellos el propio Payet), en el Lens-Lille también hubo una invasión por parte de los 'hooligans' locales que obligó a parar el choque, el gran clásico Marsella-PSG de hace un mes se interrumpió en tres ocasiones por lanzamientos de objetos y humo de bengalas en el campo (hubo 21 detenidos, nueve heridos y se usó gas lacrimógeno cuando cientos de personas intentaron acceder al Velodrome cuando las puertas ya estaban cerradas) y justo un día antes se había producido una descomunal lluvia de bengalas al césped cuando iba a comenzar el Saint Ettiene-Angers... 

Mala imagen

Presidentes que amparan y defienden a sus ultras o que se convierten en uno de ellos con declaraciones incendiarias, grupos radicales con demasiado poder en varios clubes y mano blanda en la toma de decisiones por parte de la Liga de Fútbol Profesional de Francia, un cóctel explosivo que se mezcla con la falta de educación en la masa y provoca el incendio. «No importa si ahora tenemos a Messi en nuestra Liga si pasan cosas así: la imagen de nuestro fútbol en el extranjero está cayendo», decía Thierry Henry, ahora comentarista en la televisión. 

El propio presidente del Olympique de Marsella, Pablo Longoria, tenía claro cuál es el diagnóstico: «Hay demasiada violencia y nos debemos preguntar qué es lo que está pasando. El fútbol francés debe cambiar la situación actual. Debemos hablar de fútbol y nada más. La sanción tiene que ser impactante. Necesitamos castigos adecuados». Y es exactamente lo que se ha hecho en otros países que han conseguido reducir o aplacar ese 'fenómeno hooligan'. 

¿Qué hicieron otros?

Las diversas leyes contra la violencia en el fútbol han buscado la paulatina eliminación de los grupos violentos… individuo a individuo. El 'informe Taylor' inglés sentó las bases del cambio en el Viejo Continente: las tragedias de Heysel y Hillsborough lo cambiaron todo. En la primera (final de la Copa de Europa de 1985 entre Liverpool y Juventus) fallecieron 39 personas, 32 de ellas hinchas italianos: 14 de los 26 aficionados ingleses fueron condenados a tres años de prisión y los equipos británicos estuvieron seis años sin jugar competición europea. La segunda (semifinal de la Copa de Inglaterra de 1989 entre Liverpool y Nottingham) fue aún más trágica: fallecieron 94 personas, todas ellas del Liverpool, no tanto por el comportamiento de grupos violentos sino por el exceso de aforo y el mal estado del estadio. 

Lord Taylor of Gosforth publicó su informe en 1990 a petición del Gobierno de Margaret Thatcher y, desde entonces, el paquete de medidas destinado a reducir el vandalismo de los seguidores más violentos y a mejorar la seguridad en los estadios ha funcionado… hasta convertir la Premier League en la mejor Liga del mundo. 

En España

Algo parecido se intentó en España con la Ley sobre la Violencia en el Deporte de 2007, no tanto en la remodelación de los estadios como en la erradicación de los grupos ultras de los recintos deportivos: una reunión entre Joan Laporta y Florentino Pérez en 2003 fue el germen de todo. En agosto de ese año, el presidente azulgrana comenzó su cruzada contra los Boixos Nois (a costa de su propia seguridad) hasta convertir su presencia en algo residual; la construcción de la grada de animación del Santiago Bernabéu, igualmente, ayudó en 2014 a la salida definitiva de los Ultras Sur del coliseo blanco. En 2017, la Justicia dio la razón al Real Madrid: los hinchas radicales blancos (como pretendían en su pleito contra el club) no podrán volver al campo. 

El duro código disciplinario de la LFP sobre lanzamientos de objetos o insultos (en mayo de 2015 la grada baja del Gol Norte del Sánchez-Pizjuán recibió una propuesta de cierre de cuatro partidos por cánticos ofensivos) han suavizado el ambiente en los estadios, corroborando que las multas y los castigos son en ocasiones el único camino hacia la reeducación de la masa... que habían aceptado esos insultos y esos lanzamientos como algo absolutamente normal dentro de un estadio.