Javier Ruiz

LA FORTUNA CON SESO

Javier Ruiz


La lluvia de barro

17/03/2022

Era lo que nos faltaba para el Apocalipsis este que vivimos desde hace tres años, una lluvia de barro fetén, redonda, cerrada, de vientos pluscuamperfectos, que dan la vuelta al mapa entero y vuelven a posarse al balcón de casa. Es el fin del mundo, el acabose sin mañana, la profecía de Nostradamus en sepia y rosa. Dijo Fukuyama hace treinta años, cuando cayó el Muro, que había visto el fin de la Historia. Fatuidad de intelectuales, no sabía lo que venía después. Ahora la calima mece la cuna y ensucia los coches, nos llena de arena la boca, pican los ojos de nuevo. A la mascarilla deberemos añadirle un antifaz en estos tiempos distópicos, imaginarios, de guerras amarillas y amortajadas, como son todas las guerras, las del abuelo y las nuestras. Una fotografía de estos días parece sacada del mismo siglo XIX, cuando salían los primeros daguerrotipos. Quizá la Humanidad se ha vuelto tan moderna que ha dado cuatro pasos atrás.
Las guerras que vivimos estos días son de otro tiempo que parecía caduco y, sin embargo, regresan siempre a descrédito del hombre. La calima es la prueba de la fragilidad del mundo, de cómo el viento mueve la arena igual que el Internet los bulos. La mariposa de Australia provoca la sacudida de Islandia y entre medias estamos nosotros, que no sabemos si tocar las palmas o correr sin disimulo. Menos mal que tenemos a nuestro presidente del Gobierno, que sabe lo que hay que hacer en cada momento. Ha mandado la calima para apagar calefacciones y acabar el invierno. Los precios suben disparados, pero esto no son recortes. Son solo efecto de la guerra de Putin. La lluvia de barro lo borra todo y no quedan inscripciones en la arena. Solo veo lavaderos de coches y piquetes de camiones.
Sin embargo, no hay que alarmarse, que alguien limpiará la calima. El otro día estuvo Feijóo en Toledo y apuntó varias cosas interesantes. Va a sudar Sánchez con el gallego. Lo va a poner a trabajar esta legislatura, que no es poco. Feijóo pasa de cuestiones morales, éticas y políticas y se centra en la gestión. Por la agitación y propaganda, poco camino tienen sus oponentes. Dijo la otra noche que Sánchez pactó con quienes quieren destruir España y esa lluvia de barro le acompañará siempre en el costado. Ya buscan fotos de narcos y otros berenjenales, pero el gallego se sabe fuerte y lo dice. Está cuajado y ha visto pasar a Fraga, Aznar y Rajoy. Parte de ellos se le ha quedado impregnado y lo cuenta. Algo más que memoria histórica y banda de la tarta necesitarán para quitárselo de en medio.
El barro se acrecienta e impregna los depósitos vacíos de gasolina. Los ganaderos advierten del desabastecimiento y Sánchez dice que ya si eso, para el 29. Cuando baje la calefacción, llegue la primavera y saquemos a los santos. Pero el verdadero peligro vendrá el invierno que viene. La lluvia de barro nos ha recordado la fragilidad extrema, el polvo del camino, el colacao de la infancia. Somos paisaje marciano, más propio de las minas de Río Tinto. Quizá ahí pueda desarrollarse mejor la vida que entre bombas que matan niños y embarazadas. El mundo se ha vuelto naranja de la sangre roja desteñida por los bombardeos y el agua. Aquí un criminal, Putin, revienta un país y lo acribilla, mientras la arena se mueve entre el solaz y la indiferencia. Quizá una tormenta de arena sea lo único que pare al tirano. La OTAN, a lo visto, no.