Por una vida más larga

Agencias-SPC
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Dos empresas españolas asumen el reto de conseguir que las frutas, verduras y hortalizas duren más y tengan mayor calidad

Por una vida más larga

Cada año en España se desperdician 1.363 millones de toneladas de alimentos, una lacra que dos empresas nacionales se han empeñado en combatir proponiéndose un reto: alargar la vida útil de frutas, verduras y hortalizas para conseguir que duren más y tengan mayor calidad.

Los últimos datos de los que dispone el Gobierno indican que los españoles tiraron a la basura una media de 31 kilos/litros por persona en 2020, una cifra que movió a Juan de Vicente y a Marta Pastor a impulsar sus dos proyectos de innovación: las cajas con aceites esenciales de Saeco y los sobres antioxidantes de Natupod, respectivamente.

Desde que son recogidos por los agricultores, hasta que llegan a la mesa, los alimentos pasan por diversos procesos que pueden hacer que su aspecto o calidad se vean mermados cuando reposan en los lineales de los supermercados.

Con el objetivo de mejorar su estado, la idea de la empresa murciana Saeco fue trabajar en el proceso de la distribución. De esta forma, comenzaron hace 17 años un proyecto de investigación en colaboración con la Universidad Politécnica de Cartagena (Murcia) para crear cajas de cartón ondulado con aceites esenciales.

«El concepto ya se había intentado desarrollar antes», señala el director comercial de Saeco, Juan de Vicente, aunque defiende que este producto es «único en el mercado».

A través de la tecnología de nanoencapsulación con ciclodextrinas, han conseguido colocar el aceite esencial y aplicarlo con sus propiedades antioxidantes sobre la cara interior de la caja, la que va a tener contacto con el producto fresco.

Con esto, se alarga la vida útil del alimento porque logra que su hidratación se mantenga «durante un 30 por ciento más de tiempo» y se retrase así la aparición de moho, arrugas o patógenos.

Además, defiende que el producto también beneficia a los supermercados, establecimientos en los que, según indica el responsable, «hasta el 40 por ciento de los alimentos acaban en la basura».

Por otro lado se encuentra el ejemplo de la empresa catalana Naturpod, una de cuyas creadoras, Marta Pastor, señala que ya conocían la existencia del uso de distintas tecnologías en los diferentes pasos del proceso, como la distribución. Sin embargo, decidieron dar «un paso más allá» y trasladar la lucha contra el desperdicio hasta el último eslabón de la cadena alimentaria, el consumidor.

Así nació la «solución orgánica» de Naturpod, unos sobres que se colocan en los cajones del frigorífico y absorben el etileno, el gas que desprenden frutas y verduras al madurar. De esta forma, consiguen eliminar los patógenos propios del proceso de deterioro y, por lo tanto, alargar su vida útil.

Con todo esto, en 2020 comenzaron el diseño del producto y un año más tarde a comercializarlo.

Entre los consumidores, Pastor defiende que ha tenido «muy buena acogida» ya que, según indica, se ahorra «más de 500 euros al año» al poder conservar durante más tiempo las frutas y verduras.

Es en los supermercados donde han encontrado más «reticencias» para colocar el producto para su venta, reconoce.

Administración Pública

Aparte de la acción de empresas y particulares, las instituciones públicas tienen también en el punto de mira aplicar una legislación con la que reducir el desperdicio de alimentos.

En este sentido, la Comisión Europea ha puesto sus esfuerzos en trabajar en la mejora del etiquetado de los productos.

Un etiquetado que, según un estudio realizado por la CE (2018), está relacionado con hasta el 10 por ciento de los 88 millones de toneladas de residuos alimentarios generados anualmente en la UE.

Siguiendo la línea de la estrategia «de la granja a la mesa», la Comisión propondrá, antes de finales de 2022, la revisión de las normas comunitarias sobre el marcado de la fecha.