Una de depresión 'post-Mundial'

Diego Izco (SPC)
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Poco fútbol y mucha telaraña en el cierre de 2022, en el que el Real Madrid venció con el freno de mano, Courtois y polémica, y el Barça no soportó la 'presión' del derbi. Mateu Lahoz y los 'chispazos' inesperados

Mateu Lahoz fue uno de los protagonistas del derbi catalán - Foto: AFP7 vía Europa Press

De alguna forma había que regresar... aunque fuese así: el mejor resumen posible de la decimoquinta jornada, la que nos recordó por qué los Mundiales se juegan siempre con las Ligas concluidas. Si tuviésemos que terminar la frase «el fútbol es...» con una sola palabra, probablemente elegiríamos «emoción», porque somos capaces de sentirlo todo en un 0-0 «objetivamente penoso» solo porque juega nuestro equipo. Pero si lo último que sucedió en el 'gran escaparate' fue un encuentro «objetivamente grandioso», un 3-3 de ida y vuelta, de prórroga y penaltis, de leyendas cruzadas, de emoción máxima... y después nos dan 'esto', lo normal sería apagar la 'tele' y romper carnés. Secuestraron el torneo para el invierno: devuélvanlo al verano. 

'Esto'

El 'esto' fue un regreso de la Liga cogido con pinzas, de los que hacen afición a cualquier otro deporte. Ni un solo partido potable y pocos minutos de calidad. Los grandes, a priori los encargados de ofrecerlos, sestearon con distinto resultado: el Madrid se aferró a Courtois ante un buen Valladolid, y después a uno de esos penaltis que se pitan con eso que unos llaman el «nuevo reglamento» y otros como Pacheta, definen como algo incomprensible que unos días es blanco, otros negro, otros gris y no hay manera de saber si es lo correcto. Lo de la «posición antinatural» de la mano da para una enciclopedia: por lo visto faltan anatomistas en la sala VAR. 

El caos

El Barça únicamente tenía que aguantar la 'minipresión' al día siguiente en su casa, donde aún no había encajado un gol y todo caminaba plácidamente hasta el minuto 70. Todo derbi, por calmado que parezca, está construido sobre un polvorín: cualquier chispazo puede hacer saltarlo por los aires. Y como ningún futbolista lo conseguía, Mateu se encargó de hacerlo: del 1-0 al 1-1 y del 1-1 al caos de las 17 tarjetas, el VAR y la locura. Como si hubiera recibido alguna instrucción de 'arriba': esta 'Liga' se nos muere. Nos reengancharemos, pero va a costar.