El poder de la costura

Antonio Herraiz
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Sus diseños de novia han desfilado en la pasarela Atelier Couture de Madrid y en la Fashion Week de Dubái. Son exclusivas piezas artesanas que han llevado a la revista Hola a distinguir el atelier de Raquel López como el mejor de la región

El poder de la costura - Foto: Javier Pozo

Entrar en el atelier de Raquel López (Guadalajara, 1975) es mezclarte con las mejores sedas, organzas y con los tejidos más selectos; es sumergirte en un taller de costura donde la artesanía se hace vestido; un rincón de moda nupcial en el que los diseños exclusivos y elegantes confirman que estamos ante alta costura de autor. «No hay un vestido igual que otro. Cada pieza es única porque tampoco hay dos novias iguales», me cuenta esta diseñadora que comienza a despuntar en el sector de la moda nupcial. 

La carrera de Raquel López está marcada por Atelier Couture y por la International Dubái Fashion Week. La primera es una pasarela que se celebra en Madrid, donde los mejores diseñadores españoles muestran sus últimas colecciones. En la lujosa ciudad de Emiratos Árabes, se reúnen creadores de todo el mundo en un escaparate inmejorable para enseñar las tendencias y toda la vanguardia de los trajes de novia. «Aquello fue en 2019. En Atelier Couture presenté mi primera gran colección y fue un éxito. Gustó muchísimo. Cuál fue mi sorpresa que, a los pocos días, recibo un correo para representar a España en la pasarela de Dubái. Y allí que nos fuimos». 

Luego llegó 2020 y con la pandemia un parón en seco para el negocio, aunque no a su carrera. «El 24 de marzo volvíamos a desfilar en Atelier Couture. Habíamos invertido mucho dinero en una colección con la que queríamos consolidar el buen resultado del año anterior y de repente todo se suspendió». Con los vestidos colgados de las perchas y sin bodas a la vista, tocó tragar muchas lágrimas y mirar a un horizonte demasiado difuso. «Aunque lo hemos pasado fatal, la pandemia ha sido una época de crecimiento interior, en la que he definido lo que tengo y a dónde me dirijo», además de canalizar un borbotón de ideas que, ahora que volvemos a recuperar gran parte de lo que habíamos perdido, se está traduciendo en nuevos vestidos. 

El proceso completo se realiza en su coqueto taller de Guadalajara. «Durante un tiempo, estuvimos llevando a coser nuestras prendas fuera, pero buscamos la excelencia y eso solo se consigue con unas manos artesanas que sepan plasmar mis ideas de forma perfecta». Además, es una manera de crear puestos de trabajo. En este punto, Raquel nos lleva al instante creativo, en el que una idea pasa a boceto y termina en un patrón. «Cada vez que empiezo a desarrollar un diseño siempre me pregunto qué es lo que puede embellecer mejor el cuerpo de la mujer». Su cabeza está en permanente ebullición, lo que le permitiría hacer cada día 10 vestidos diferentes. «Lo que me chifla es que las novias, las madrinas o las invitadas que quieren que las vistamos en un día tan especial se pongan en nuestras manos. Me gusta saber a qué se dedican, cuáles son sus inquietudes, conocer incluso su personalidad y así elaborar un diseño a la carta». 

Raquel y su equipo acaban de estar en París, donde han catalogado con imágenes y vídeos su última colección, Je ne sais quoi, repleta de aires franceses. «Lo que más me gusta es la combinación de tejidos y texturas, algo que te exige la perfección en los cortes y en los acabados». En la capital de Francia han realizado lo que los entendidos en moda llaman shooting, un completo producto audiovisual para promocionar sus últimos diseños. «Desfilar en París es mi sueño y no voy a parar hasta que lo consiga». 

Sus creaciones se venden en muchos puntos de España -Navarra, Cáceres, Jaén, Granada…-, ha vestido también a novias de fuera de nuestro país y, aunque sabe que acapararía muchas más miradas en Madrid, se resiste a abandonar Guadalajara. «Igual que la miel tiene denominación de origen, yo también quiero ser marca Guadalajara. Me molesta muchísimo cuando repiten que aquí no hay nada. Por eso, me gustaría desfilar en París y en otros puntos del extranjero. No sería un triunfo mío, sino de la ciudad. Hay que mostrar fuera todo el talento que tenemos, aunque esté tapado con tierra». 

Es crítica con el escaso apoyo que la administración pública ofrece al mundo de la moda. «Miro con envidia la ayuda que reciben los compañeros de otras comunidades». Y reivindica la moda como un arte más: «No es algo superfluo y hace felices a muchas personas». Es el poder de la costura y de una diseñadora -alcarreña militante- que quiere que el nombre de su ciudad suene también en la cúspide del sector de la moda nupcial.