Javier López

NUEVO SURCO

Javier López


Una victoria y una derrota

22/02/2023

El pueblo ucraniano ha doblado ya la esquina de un año de resistencia ante la invasión injustificable, sé mire por donde se mire, del ejército ruso. Desde entonces mucho han cambiado las cosas y las previsiones iniciales no se han cumplido. Ni ha sido un paseo triunfal para Vladimir Putin, ni la tropelía le saldrá barata, y hay ciertas esperanzas de que Ucrania pueda ganar la guerra, al menos llegar a un acuerdo satisfactorio. En el lado de las incertidumbres también:  hasta qué punto y de qué manera puede realizarse la intervención de ayuda militar sin que Putin escale, en venganza desesperada,  hacia la utilización de armas nucleares de mayor o menor intensidad. Veremos las consecuencias que puede tener el envío de tanques Leopard al terreno. Sea como sea, Ucrania ya se ha apuntado una victoria con su tenaz resistencia: la victoria de la dignidad.
¿Y desde el punto de vista informativo? Realmente el trabajo de nuestros corresponsales casi sin excepciones está siendo magistral. La guerra de Ucrania ha provocado además un éxodo, esta vez intraeuropeo, que nos pone los pelos de punta y la piel de gallina. Una de las experiencias más bonitas que he tenido en los últimos meses ha sido la entrevista a Diana, una jovencísima ucraniana que emprendió la huida cuando comenzaron a caer misiles sobre su ciudad. La joven se gana la vida ahora trabajando en un bar de Atienza, en Guadalajara, gracias a la intermediación de la ONG 'Pueblos con Futuro' que se dedica a buscar alojamiento y colocación a personas de otros países que quieren o pueden trabajar en nuestras zonas rurales más despobladas. La entrevisté en el proyecto 'LLena De Vida' contra la despoblación y puedo asegurar que el suyo ha sido un gran testimonio, emocionante, absolutamente indicativo de hasta donde puede llegar la capacidad de adaptación de las personas en un tiempo récord.
Luego están algunos silencios o apagones informativos que también convendría poner en valor porque no son de recibo desde la más estricta consideración periodística. En este sentido merece mención el silencio europeo sobre la extraña voladura de parte del gasoducto Nord Stream, un proyecto ruso-germano, de cuya destrucción se ha beneficiado básicamente Estados Unidos.  El periodista estadounidense Seymour Hersh, ganador del Pulitzer en 1970, apunta directamente a la Casa Blanca como causante del sabotaje. Si eso fue así, no tiene ningún sentido silenciarlo desde los principales medios europeos, como si existiera algún deber informativo que lo impusiera, y es más, como si denunciarlo fuera una traición a la lucha heroica del pueblo ucraniano por su libertad, o como si la postura europea en el conflicto de Ucrania tuviera que ser totalmente lacayuna en relación con los intereses norteamericanos, que no siempre son coincidentes ni idénticos a lo que conviene a Europa.
De manera que el drama ucraniano nos deja la victoria sin paliativos de la resistencia heroica a la invasión, una victoria de pundonor y dignidad ante la barbarie putinesca, y deja una nueva derrota del Derecho a la Información de Occidente que en general comparte el objetivo de la libertad de Ucrania, pero con distintos enfoques, aunque como casi siempre prevalece el enfoque USA. Que nadie espere que las posturas van a variar sustancialmente, y no hay más que escuchar lo que dice Vladimir Putin cuando se cumple un año de la invasión, pero desde Europa sí que se puede dar luz a lo que no interesa a Rusia pero tampoco a Estados Unidos sin renunciar ni un milímetro al objetivo compartido de terminar con la invasión y propiciar la libertad del pueblo ucraniano. Nadie está obligado al silencio informativo en las sociedades democráticas y lo de Nord Stream ha llamado poderosamente la atención. Es la única derrota imputable a toda la corriente en favor de la libertad y la democracia que puso en marcha el pueblo ucraniano hace ahora un año cuando los ejércitos rusos entraban a sangre y fuego en todo el territorio  con la seguridad de que su supuesta superioridad bélica convertiría aquello en una guerra relámpago de unos cuantos días.  La guerra ahora se ha enquistado y existen posibilidades de que gane los que lo merecen. Merece la pena contarlo como una buena noticia, si es que finalmente se puede producir, pero también hay que dejar constancia de las sombras que quedaron en el camino.

«El drama ucraniano nos deja la victoria sin paliativos de la resistencia heroica a la invasión y deja una nueva derrota del Derecho a la Información de Occidente»