A fuego lento

Antonio Herraiz
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Se incorporó a la Escuela Taurina de Guadalajara con 12 años y este domingo debuta con picadores en el Palenque medieval de Hita. Tras torear 22 tardes la temporada pasada, sueña con la presentación en Madrid

A fuego lento - Foto: Florencia Foresi

La primera vez que Carla Otero (Madrid, 2003) asomó la cabeza por la Escuela Taurina de Guadalajara apenas tenía 12 años. Quería comprobar qué era aquello que tanta ilusión despertaba en su hermano David, alumno de la Escuela y algo mayor que ella. Cinco años después, Carla acaba de ganar el Zapato de Plata, un prestigioso certamen de novilleros que se celebra en Arnedo y que abre las puertas del Zapato de Oro, que en su día ganaron toreros como Enrique Ponce, Morante de la Puebla o el siempre recordado José Cubero El Yiyo. El triunfo casi nunca es fruto de la casualidad y a Carla Otero le ha llegado tras una temporada en la que ha toreado 22 tardes, una cifra muy meritoria en medio de la drástica reducción de festejos debido a la pandemia. Le han visto triunfar en Castellón, Jaén, Pontevedra, Alicante y también en Roquetas de Mar, donde se vistió de luces por primera vez en 2019 en un festejo del que salió por la puerta grande. 

En la conversación, Carla es tímida y piensa mucho lo que quiere decir. En su carrera taurina, no quiere precipitarse y va dando pasos firmes como el buen guiso que se cocina a fuego lento. Así lo viene haciendo desde que mató su primer becerro con 14 años en Torrebeleña. Lo inmediato es su presentación con picadores este domingo, 10 de abril, en el Palenque medieval de Hita. A su debut con caballos le añadirá un aliciente más: su hermano David actuará como sobresaliente. Después, viajará a América, donde tiene previsto torear en un festival de la Feria de Riobamba, en Ecuador. Estos dos festejos serán el aperitivo de un año en el que quiere consolidar su trayectoria y mirar a Las Ventas. «La presentación en Madrid es el sueño de todos los novilleros. De momento, habrá que esperar, al menos, a la temporada que viene». Sabe que tiene que afianzar la técnica y mejorar la suerte de matar, en la que se le han escapado varios triunfos. 

La joven novillera hace años que vive con su familia en Sotolargo, una urbanización de Valdeaveruelo. A pesar de la exigencia que le marcan los toros, nunca ha dejado aparcados los libros. Estudió bachillerato en el instituto Liceo Caracense y ahora cursa un grado de Administración y Dirección de Empresas en la UNED. «Es muy duro compaginar las dos cosas y hay días en los que se hace especialmente difícil, pero me motiva poder sacar la carrera». 

Carla Otero no quiere concesiones ni tampoco discriminaciones por ser mujer. «En los toros es verdad que somos menos, pero yo lo único que quiero es que me traten igual que a mis compañeros». En el ruedo, el toro no suele pedir el carnet para comprobar el sexo del que le está citando con el capote. Está por llegar ese día. Cuando embiste con raza dispuesto a llevarse por delante al que se prepara para darle muerte, tampoco distingue si es hombre o mujer. 

De forma esperada, en la charla sale el nombre de la torera Cristina Sánchez, que al tiempo de retirarse de los ruedos reflexionaba en esta línea: «Conseguí lo que conseguí por mí misma, y lo que no conseguí, también sería por mi culpa». Sánchez rompió barreras en un tiempo muy diferente al de ahora. Casi 30 años después de su debut como novillera en Las Ventas, «la sociedad ha evolucionado mucho y las mentalidades cambian», sentencia Carla. 

La joven novillera tiene ya un buen club de seguidores capitaneados por sus padres, que se desplazan allá donde torea. Desde el primer día que acudió al Coso de las Cruces, encamina sus pasos en el mundo de los toros el director de la Escuela Taurina, José Antonio Cid Cobeña. Jota me hace una reflexión que sirve para resumir lo que ha conseguido Carla y lo que aún está por venir: «Aunque esta aventura no ha hecho más que empezar, ella ya es una triunfadora. Su nivel de autoexigencia es máximo y nosotros le vamos a pedir que llegue hasta donde ella quiera. La palabra fracaso nunca va a existir en su carrera». Suerte, torera.