Javier del Castillo

Javier del Castillo


Me gusta cuando bala la ovejita

24/01/2022

La canción Ovejita lucera, de mi paisano Alberto Pérez, la ha vuelto a poner de moda el ministro de Consumo, Alberto Garzón. Aficionado a meterse en todos los charcos, sólo a él se le podía ocurrir denunciar en el periódico inglés The Guardian la mala calidad de la carne proveniente de las explotaciones extensivas que exporta España. 
No tenía bastante con el chuletón – al punto, como le gusta a su entregado presidente –, ni con el turismo de baja calidad o la huelga de los juguetes, que en una de sus múltiples disertaciones y ocurrencias ha conseguido soliviantar a los ganaderos y transformar el discurso político de las próximas elecciones en Castilla y León, hasta el punto de reducirlo al eslogan «ganadería o comunismo».
Más aún: Garzón ha logrado algo que parecía imposible; que nuestros políticos visiten las granjas, se hagan fotos con los ganaderos y hombres del campo, posen al lado de las vacas, gorrinos y gallinas o que cojan en brazos a los corderitos, cual si fueran niños pequeños en campaña electoral. Después de muchos debates, coloquios, encuentros, exposiciones y ponencias sobre el abandono y la imparable despoblación del medio rural, tenemos que agradecerle al controvertido ministro de Izquierda Unida el repentino y sorprendente acercamiento de nuestra clase política a las cercas, comederos y naves donde se engorda a los animales que nos proporcionan la carne que comemos.
Se habla mucho del «discurso político», pero prefiero el término de «relato político», porque en la política actual predomina mucho más el cuento y la mentira que la descripción objetiva de los hechos. La política española hace ya tiempo que vive alejada de los problemas reales y lo único que les preocupa a nuestros dirigentes es aprovechar cualquier circunstancia para atacar al adversario. Da lo mismo que sea a cuenta de las vacas, o a cuenta de las piaras, manadas y rebaños que se les crucen en su camino al salir a campo abierto. 
A nuestros ganaderos y agricultores les encantaría conocer el grado de implicación del Gobierno con las inquietudes, preocupaciones y anhelos de las gentes que trabajan en este sector. Les encantaría contar con el apoyo de nuestros dirigentes en la modernización y competitividad de sus explotaciones, conocer los proyectos de mejora que tienen para el campo español, en lugar de verlos correr por las veredas y caminos con el objetivo de hacerse una foto y proclamar – siempre delante de un micrófono - que pueden contar con ellos para lo que necesiten. Y, si a cambio les dan el voto, pues mucho mejor.  
Hacía mucho tiempo que no veía en televisión tantas imágenes de animales domésticos, ni tantos políticos con aspecto de campesinos despistados. Con el Congreso de los Diputados todavía cerrado por vacaciones, nuestros líderes políticos han aprovechado el arranque de 2022 para darse una vuelta por el campo. La España despoblada – vacía, vaciada y olvidada - ha vuelto a ser protagonista de la actualidad, cosa que siempre es de agradecer, si no fuera porque los mismos que hoy se pasean por las granjas cambiarán pronto de escenario, en función de sus intereses partidistas.
De momento, quedémonos con la definición de «ganadería» que hace el diccionario de la RAE: «Actividad económica que consiste en la cría de animales para el aprovechamiento de su carne y productos». 
Nada dice del «aprovechamiento» de los políticos, al que estamos asistiendo.