Javier del Castillo

Javier del Castillo


El mejor regalo del mundo

10/01/2022

No me canso de mirarla y de esperar pacientemente a que abra de nuevos sus ojitos. La observo como un regalo caído del cielo, como si en su carita apareciera dibujada la ilusión, la incertidumbre, la emoción y la esperanza en el futuro. Como si en su semblante estuviera impresa esta nueva vida que comienza. Con esas cejas que parecen trazadas a carboncillo, con esa boquita apenas esbozada, que se abre cuando tiene hambre, con ese movimiento de brazos que parecen buscar una mano amiga a la que agarrarse. Una mano en la que confiar y afianzar su recién estrenada existencia.
Es difícil describir tanta belleza: explicar con palabras la emoción y la ternura que provoca esta nueva sensación de ser abuelo. Esta nueva realidad, en la que se mezclan recuerdos lejanos y experiencias que parecían perdidas en el tiempo. Mirando a Carmen y a sus padres vuelven a mi memoria imágenes de canciones de cuna, de cuentos inventados a los que cada noche iba añadiendo nuevos personajes, de historias narradas junto al calor de la lumbre en aquellas largas noches de invierno. Y, también, por supuesto, algunas noches enteras en vela meciendo la cuna. 
La felicidad de poder celebrar el Fin de Año con una nueva incorporación en la familia nos ha hecho olvidar las mascarillas y también el miedo a los contagios, a las distancias obligadas y a las ausencias de algunos seres queridos. Incluso en los momentos más difíciles, cuando la esperanza parece perdida, reaparece con fuerza la ilusión por la vida. 
Esta ilusión por vivir la veo ahora reflejada en la niña que abre los ojos al mundo y se desprende con los pies del arrullo. Esta pequeña criatura que esboza una sonrisa y que agarra con su manita tu dedo pulgar, escucha tu voz y siente tu cercanía y tu cariño. La vida, esa vida que a muchos de nuestros mayores les ha robado en estos dos últimos años el coronavirus, vuelve a tener sentido en la mirada de un recién nacido. En el semblante sereno y feliz de esta niña. 
La alegría y la felicidad han conseguido borrar, esperemos que sea por mucho tiempo, las dificultades y las preocupaciones del día a día. Las Navidades de 2021 han sido especiales. Irrepetibles. Y quedarán grabadas para siempre en mi memoria, como la sonrisa y la felicidad que asoma en el rostro de esta pequeña criatura que mezo ahora en mis brazos. 
Cada año por estas mismas fechas recordaré que ella ha sido el mejor regalo de Reyes que jamás podía haber soñado. Y le contaré, cuando ya tenga algunos añitos, lo feliz que me hizo sentir, lo contento que me puse cuando la vi por primera vez asomar su cabecita por el arrullo, al salir de la clínica. También le intentaré describir la felicidad y la emoción contenida de su abuela, y la alegría que embargó a toda la familia cuando ella apareció, como un milagro en nuestras vidas, para que pudiéramos despedir como nunca hubiéramos imaginado el año 2021. 
Ni me canso de mirarla, ni me canso de ser feliz, esperando a que se despierte de nuevo para volver a mirar sus ojitos. Es, como decía al principio, el mejor regalo y la mejor de las sonrisas para afrontar este nuevo año. Los Reyes Magos se adelantaron, con el mejor obsequio del mundo: el regalo de una nueva vida.
Un sueño hecho realidad. El mejor regalo para sus padres y el mejor regalo para toda la familia.