Javier del Castillo

Javier del Castillo


Vacunar a Luis Enrique

14/06/2021

CCOO Y UGT aplauden, como no podía ser de otra manera, la concesión de indultos a los condenados del “procés”, a la vez que agradecen la generosidad de este Gobierno, que les ha incrementado la subvención en un 56% en el 2021, hasta alcanzar los 14 millones de euros.

El Gobierno, por su parte, aplaude también la carta remitida por el secretario general de ERC, Oriol Junqueras, renunciando a una nueva declaración unilateral de independencia, y agradeciendo un indulto que hasta no hace mucho se lo podían “meter por donde les quepa”. Y, puestos a aplaudir, hasta los empresarios de la hostelería celebran estos días que la ministra de Sanidad haya rectificado, delegando en las comunidades autónomas la decisión sobre aforos y horarios de locales. Es una forma muy educada de decir: pasen ustedes, que yo me aparto.

Después de unos meses complicados, con los niveles más bajos de popularidad – y antes de que Iván Redondo cumpla la promesa de tirarse por un barranco -, el Gobierno comenzaba a ver esos “brotes verdes” que tanto juego le dieron a Zapatero, hasta que se produjo la debacle. Incluso la crisis de gobierno – entre 22 ministros no le resultara nada complicado a Sánchez elegir a los cesantes, y más si tenemos en cuenta que muchos de ellos son perfectamente prescindibles – podría esperar. La economía se irá recuperando y el buen ritmo que lleva la vacunación hace prever un verano relajado.

Después de una mala racha – elecciones en Madrid, crisis con Marruecos y fuerte contestación a los indultos -, Sánchez vuelve a coger aire.

Ha llegado el momento de recuperar el pulso y de no tropezar con imprevistos que se crucen de nuevo en su camino. Porque, como se ha demostrado en este año y medio de gobierno socialcomunista, cualquier dificultad se convierte en obstáculo insalvable; y allí donde se vislumbran soluciones ellos aportan problemas. O prefieren delegar decisiones, como han hecho ahora con la hostelería.

Otra cosa. En vísperas de la primera cita de la selección española de futbol en la Eurocopa (lunes 14), algunos vislumbran también otro motivo más para la esperanza. El papel de nuestro equipo nacional – “España, España” y “yo soy español, español, español” -, será capaz de enderezar y templar los ánimos en la opinión pública. Luis Enrique, pese a la poca empatía que le caracteriza, logrará, según los más optimistas, ilusionar a muchos españoles y conseguir que las banderas rojigualdas vuelvan a ondear en balcones y plazas, sin mediar ideología.

Con la mirada puesta en nuestra selección, como si fuera una vía de escape después de tantos disgustos y desgracias, en la Federación se olvidaron de extremar todas las precauciones para evitar que pudiera producirse algún contagio por coronavirus. Pero como siempre, nos apuntamos a la improvisación y la chapuza.

Si la selección es de todos, lo normal es que los jugadores hubieran llegado a la concentración de Las Rozas (Madrid) vacunados. Con todo mi respeto para quienes argumentan el principio de igualdad, sin excepciones, considero que la excepción de vacunarlos estaría más que justificada en una cita internacional como esta.

Queda muy bien que el Rey espere cola en el WiZink Center para ponerse la vacuna, como cualquier españolito de a pie, o que el presidente del Gobierno de España respete el turno de vacunación, pero sin pasarse.

Salvo que nos empeñemos en seguir dando siempre la nota.