«Las dudas son buenas porque han fortalecido más mi decisión»

Inmaculada López Martínez
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Este joven es el último sacerdote que ha sido ordenado en la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara, tras siete años sin producirse un acontecimiento de estas características

El sacerdote Enrique López en la parroquia Beata María de Jesús de Guadalajara. - Foto: Javier López

Enrique López (Guadalajara, 1989), Quique para todos sus familiares y conocidos, fue ordenado sacerdote el pasado 15 de mayo en la Catedral de Sigüenza. Hacía siete años que la Diócesis no vivía un acontecimiento de estas características debido a la notable falta de vocaciones religiosas que, en la actualidad, sufre la Iglesia Católica. Criado en los ambientes parroquiales de las iglesias del Santísimo Sacramento y Santa María de Guadalajara, este joven cura afronta su nueva andadura vital con «mucha ilusión» y con el compromiso de «servir a Jesús y a la Iglesia» en todo lo que se le requiera.

¿Cuándo recibe la llamada de Dios para ser sacerdote?

Entré al Seminario Menor de Guadalajara por decisión propia con 12 años y la llamada de Dios para ser sacerdote no la recibí en un momento concreto de mi vida sino que de estar en la parroquia, de ver lo que hacían los curas, etc. me empieza a gustar y a atraer este mundo y ahí es cuando decido que quiero entrar en el seminario. 

El sacerdote Enrique López en la parroquia Beata María de Jesús de Guadalajara.El sacerdote Enrique López en la parroquia Beata María de Jesús de Guadalajara. - Foto: Javier López¿Tuvo dudas sobre este camino?

Claro que ha habido momentos de dudas y es bueno que los haya porque eso fortalece más la decisión. Tuve dudas porque estuve cuatro años fuera del seminario. Yo llegué al Seminario Menor, terminé la ESOy Bachillerato, hice Selectividad, entré al Seminario Mayor, justo el primer año que se trasladó de Sigüenza a Guadalajara y, una vez allí, por circunstancias, deciden que no puedo continuar. En esos cuatro años, cursé la carrera de Magisterio de Educación Infantil y, luego ya, en un Camino de Santiago con los chicos de la parroquia a los que daba catequesis, decido que es el momento de retornar al Seminario Mayor y desde entonces, hasta ahora.                                                                                                                          

¿Cómo acogió su familia la decisión de que quería ser sacerdote?

El sacerdote Enrique López en la parroquia Beata María de Jesús de Guadalajara.El sacerdote Enrique López en la parroquia Beata María de Jesús de Guadalajara. - Foto: Javier LópezMuy bien. Mi familia está encantada de que sea cura, siempre me ha acompañado y me ha apoyado. 

¿Cómo fue el proceso de formación en el seminario?

Ha habido momentos de todo. Cuando entré, éramos cuatro seminaristas en Guadalajara e íbamos y veníamos a Madrid a clase todos los días. En segundo curs,  me quedé solo porque no había más seminaristas mayores y estuve haciendo lo mismo yo solo. Y luego, ya en tercero y cuarto, entraron dos nuevos seminaristas, que son mis compañeros actuales. En cuarto curso, don Atilano decidió que nos fuésemos al Seminario Mayor de Madrid a tener allí la formación entre semana y regresar los fines de semana a Guadalajara para hacer la pastoral. Así hemos estado hasta ahora. A nivel académico, puedo decir que he aprendido muchísimo para luego poder aplicarlo en las predicaciones y a mi tarea como sacerdote en general. La formación en el seminario también me ha servido para tener un conocimiento mucho más profundo de lo qué es la Iglesia y de lo que Jesús pide y quiere. Y a nivel personal y espiritual, me he enriquecido mucho como persona, me ha ayudado mucho para la oración y en otros muchos ámbitos. 

¿Se siente un rara avis por haber elegido el camino del sacerdocio?

No, para nada. La verdad es que en eso he tenido mucha suerte porque aunque algunos de mis amigos no son creyentes, siempre me han apoyado y respetado. Nunca me ha sentido raro, pero es cierto que no es fácil tomar el camino del sacerdocio porque la sociedad actual no te acompaña en muchos casos. 

¿Cómo vivió esa ceremonia de ordenación en Sigüenza el pasado 15 de mayo?

Con muchos nervios, pero también con mucha ilusión y con mucha alegría. Vinieron familiares, amigos, gente de las parroquias donde estuve de pastoral, gente de la Diócesis, mis compañeros de seminario... Fue un día muy bonito e inolvidable. 

Y fue también un acontecimiento porque no se ordenaba un sacerdote en la Diócesis desde hacía siete años.  ¿A qué cree que se debe tanta escasez de vocaciones religiosas?

Tal y como está la sociedad, no es fácil tomar decisiones de este tipo, decisiones para siempre. Tenemos una sociedad cada vez más secularizada y eso también hace que haya más falta de vocaciones. 

Por el momento, ¿cuáles son las funciones que le ha encomendado el Obispo Atilano?

De momento, realizo las mismas funciones que tenía como diácono que son la asistencia en las parroquias Beata María de Jesús y San Pascual Bailón de Guadalajara y, además, echo una mano en los pueblos de la comarca de Jadraque.  

 ¿Qué balance realiza de estos primeros meses de oficio?

El balance es muy positivo, hago mi labor con mucha ilusión y con mucha alegría y percibo que la gente también se alegra mucho por mí. La gente de las parroquias que me conoce está muy feliz por mi ordenación sacerdotal. 

¿Le choca a la gente ver un cura tan joven?

Depende en qué contexto. En las parroquias quizá no tanto, fuera de las parroquias o en la calle, sí choca más. Pero, bueno, la gente tampoco te creas que le da tanta importancia.

¿Hay algún sacerdote que haya sido ejemplo para usted o que le haya servido de inspiración?

Aunque el único modelo a seguir es Jesucristo, hay una mezcla de varios sacerdotes con los que he tenido relación que me gusta cómo ejercen y, de alguna manera, me sirven con inspiración. Desde mi director espiritual del Seminario Menor, Miguel Ángel Tabernero; a mi párroco de la parroquia, Agustín; mi párroco actual de pastoral, Santiago; mi párroco de cuando era pequeño, don Emilio... Es una mezcla de varios, no podría quedarme con ninguno en concreto.  

¿Qué opina del Papa Francisco?

Yo no puedo decir si el Papa Francisco me gusta más o me gusta menos. Es el Papa que el Espíritu Santo ha elegido para guiar a la Iglesia y hay que atender a lo que él diga.

Uno de los mayores problemas que tiene la provincia es la escasez de sacerdotes para tantos pueblos. ¿Le gustaría ser un cura rural o tiene preferencia por la zona urbana?

Cuando hablé con don Atilano sobre esta cuestión, le dije que a mí me da igual, que me mandase donde más falta hiciese. No tengo preferencias por un sitio o por otro. Ejercer el sacerdocio en un pueblo tiene cosas muy buenas y la ciudad también tiene otras. Son pastorales distintas pero ambas aportan mucho a la vida del cura. No tendría problemas de ningún tipo en estar en cualquiera de los dos lados. 

¿Cree que la Iglesia necesita modernizarse para acercarse más a la sociedad actual?

Hay cosas que se pueden ir cambiando, otras son intrínsecas de la Iglesia que no van a cambiar nunca. La sociedad va cambiando, no es estática, pero la Iglesia tampoco lo es, en muchos ámbitos también se ha modernizado y adaptado a los nuevos tiempos. La Iglesia va evolucionando, pero evoluciona al ritmo que cree que debe hacerlo. 

¿Qué dificultades y alegrías cree que puede tener en su sacerdocio?

No me lo he planteado nunca, hasta que lo viva no lo puedo decir. Dificultades, quizá la soledad en algún momento y alegrías, para mí el hecho de estar con la gente ya me merece la pena y es una alegría. La vida de un sacerdote se basa en la oración y en el contacto con la gente, con los fieles y con aquellos que también están alejados de la fe. Con todo el mundo.

¿Cuáles son sus principales objetivos en el ejercicio del sacerdocio?

No me planteo ningún objetivo como tal. Simplemente, seguir los pasos de Jesús y lo que la Iglesia me requiera como sacerdote.

Para usted, ¿qué es lo más positivo de tener fe?

Que en muchos momentos de dificultad encuentras apoyo y te reconfortas, tienes mucho ganado en situaciones complejas.