«Cualquier político sacaría a las personas del agua»

L.G.E.
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El fundador de Open Arms apunta que la respuestas que se está dando a los ucranianos es lo mínimo: «Estamos asumiendo casi cuatro millones de personas en un mes ¿y no somos capaces de asumir 80.000 que hay en campos de refugiados de Grecia?»

«Cualquier político sacaría a las personas del agua» - Foto: Javier Pozo

El día que vino Òscar Camps a Toledo, el cielo de la ciudad parecía un mar embravecido de olas grisáceas. De esos mares Camps ha rescatado muchas vidas al bordo del barco del Open Arms. Cuando vio la foto del niño Aylan muerto en una playa turca, decidió no quedarse en casa y fundó una ONG aprovechando su  experiencia como socorrista. Su lucha a favor de los derechos humanos le ha hecho merecedor este año del Premio Abogados de Atocha que entrega CCOO Castilla-La Mancha, un galardón que recibió en un día en el que el cielo de Toledo parecía un mar. 

En Castilla-La Mancha, y concretamente en la provincia de Toledo, está el punto de la Península más alejado del mar. Estamos lejos de las zonas de primera acogida de refugiados e inmigrantes ¿cómo nos explicaría qué es lo que está ocurriendo en el Mediterráneo?

El Mediterráneo históricamente se ha cruzado para comunicarse, negociar, comerciar, para todo. En esta época se usa para intentar  huir. Antes se podía llegar por tierra por cualquier sitio, pero los muros y las fronteras empiezan a dividir los territorios. Le hemos puesto etiquetas y calificativos como inmigración y resulta que ha tenido que venir una guerra en pleno territorio europeo para darnos una lección de derechos humanos, que es que todos gozamos del mismo derecho a que, ante cualquier conflicto armado, buscar asilo y refugio. Se nos tienen que facilitar vías legales y seguras para hacerlo. Eso es lo que está ocurriendo ahora con Ucrania y lamentablemente no está ocurriendo con los otros conflictos armados que hay en el mundo, sobre todo con los africanos.  

No pueden llegar a Europa porque no tienen visados, no hay vías legales y seguras para hacerlo. Por tanto, los empujamos a que lo hagan a través de entregarse al crimen organizado, a mafias que los tiran al mar con una patera. Europa sabe que esto está ocurriendo en aguas internacionales y los dejamos allí. Como no ponemos los medios necesarios para rescatar esas personas, entonces lamentablemente tienen que aparecer respuestas ciudadanas. Nosotros trabajamos en una zona del Mediterráneo que tiene la extensión de Alemania y un poco más. Son aguas internacionales y no hay migrantes en aguas internacionales. No rescatamos migrantes, rescatamos personas, vidas. Estamos amparados por el derecho y por eso no estamos judicializados. 

¿Confía en que lo que está ocurriendo con Ucrania  ayude a que se dé también esa respuesta a los que vienen por el mar huyendo de otros conflictos bélicos?

Lo que está ocurriendo con las personas que buscan refugio de Ucrania es lo mínimo que se debe hacer. No estamos haciendo nada extraordinario, estamos haciendo lo que toca, lo que hay que hacer con cualquier persona que huye de un conflicto, de una persecución. Si esto sirve como ejemplo, bienvenido sea.  

Lo que tenemos que aprender es que esos derechos son los derechos de todos, no solo los derechos de los europeos. Acabamos asumiendo casi cuatro millones de personas en un mes ¿y no somos capaces de asumir 80.000 que hay en campos de refugiados de Grecia? Algo no encaja. Ese discurso político tendencioso contra la inmigración se cae, no se sostiene. Cuando no interviene el discurso tóxico político, la sociedad civil hasta con su coche se va a la frontera para coger y llevarse a su casa personas. La humanidad existe.

¿Cómo está la situación en el Mediterráneo y que se puede prever de los próximos meses de ese flujo de personas?

Se mantienen las llegadas. Es un viaje que se hace desde hace muchas décadas, desde la muerte de Gadafi, cuando Libia quedó como estado fallido. Esto no se va a detener. No vamos a contener todo esto por muchos muros que hagamos y por muchos metros que subamos las vallas. Mientras sigamos vendiendo armas y alimentando conflictos armados como pasa en el Yemen, seguiremos teniendo presión migratoria. Mientras haya esta desigualdad norte-sur seguiremos teniendo esa presión migratoria. Mientras la diáspora africana envía el doble de dinero que toda la ayuda humanitaria del mundo, seguiremos teniendo esa presión para Europa.

¿Se puede hacer algo inmediatamente para que no haya mafias que están mandando a la muerte a tantas personas y encima están ganando dinero?

Claro, cumplir con el derecho internacional, con los derechos humanos, con el estatuto de los refugiados, establecer vías legales y seguras para que esa gente pueda acceder a ese derecho. Luego ya veremos si se les concede o no y qué tenemos que hacer, pero en principio no deberían tener que entregarse al crimen organizado para acceder a ese derecho. Lo podrían hacer como cualquier otro ciudadano y que la Administración no ponga impedimentos ni trabas. Si realmente somos racistas, digámoslo, si realmente no queremos cumplir con la carta de los derechos humanos, renunciemos a esa carta. Lo que no podemos es querer estar a Dios rogando y con el mazo dando. Si estamos, estamos.

¿Qué podemos hacer los ciudadanos?

Tenemos una responsabilidad con nuestra elección de quién queremos que nos dirija. Tenemos unas obligaciones. Tenemos que saber a quién escogemos y por qué. No podemos ahora eximirnos de la responsabilidad. No nos conformemos con menos. Y si no nos gustan, cambiemos. La clase política está al servicio de la ciudadanía. Lo que pasa es que la ciudadanía en estos años se ha aburguesado y se ha dormido, pero estamos perdiendo derechos a manos llenas y rápidamente. Y esos derechos fueron concebidos por nuestros pasados que lucharon por nuestras libertades. Este premio refleja eso, esa lucha por la libertades y los que perdieron la vida por manos de la violencia de la extrema derecha. 

¿Atribuye a esa ciudadanía adormecida el hecho de que a todos nos conmuevan fotografías como la de Aylan, pero que solo unos pocos decidan dar el paso para hacer algo?

Todo el mundo puede hacer algo. No puedes quedarte callado ante una injusticia porque te conviertes en cómplice inmediatamente de lo que está ocurriendo. Tienes que posicionarte y decir 'no estoy de acuerdo en que la gente muera abandonada en el mar'. Eso no significa que estés de acuerdo con todo, significa que hay que proteger la vida de las personas vengan de donde vengan. 

Cualquier político de este país sabe lo que está ocurriendo en el Mediterráneo, cualquier político de este país sabe que no habría que dejar morir a nadie. Muchos políticos de este país se cubren con una bandera y exaltan eslóganes y discursos muy tendenciosos que no son su realidad. Es el papel que quieren hacer en este diorama y teatrillo político, pero en el fondo cualquiera de esos políticos extendería sus brazos desde la barca y sacaría a las personas del agua. Cualquiera, cualquier ser humano. Pero luego cada uno actúa y elige el papel que quiere en la vida. 

Se habla mucho de la presión migratoria con el giro diplomático con el Sáhara. ¿Se ha abierto una puerta a que la movilidad de las personas sean una herramienta de la geoestrategia?

Cuando pagamos a representantes de países de dudosa solvencia democrática, como puede ser Erdogan o Mohamed VI o cualquier milicia libia, para que frenen ilegalmente  a los flujos migratorios que nos perjudican o que no nos interesan, eso se llama traficar. Y cuando haces eso, te expones a la extorsión. Eso es lo que hacen estos sátrapas, utilizan la  presión migratoria como herramienta negociadora para extorsionar. A Erdogan le pagamos 6.000 millones por detener la inmigración siria en marzo de 2006. A Libia le estamos sobornando y financiando grupos armados, dándoles embarcaciones para que por la fuerza intercepten pateras en aguas internacionales y las devuelvan a Libia, que es un país en guerra. Eso lo estamos financiando los europeos con nuestro dinero. 

Mohamed VI está acostumbrado a abrir y cerrar el grifo de la inmigración a merced de las negociaciones y sus intereses. Entregar a los saharauis como se ha hecho es algo que ningún gobierno de extrema derecha ni siquiera el PP hubiera tenido el valor de hacer. No lo hicieron cuando pudieron por miedo a lo que diría la opinión pública. Lo ha tenido que hacer el gobierno más progresista de la historia de España. Pero bueno, de aquí se dirimirán responsabilidades, tarde o temprano. 

Necesitamos historias de esperanza. ¿Se le viene a la mente algún ejemplo de qué se consigue cuando se rescata a una persona a punto de naufragar y se le ofrece una oportunidad?

No hace mucho me invitaron a un partido  en el Camp Nou. Justo jugaba contra el Huesca, que acababa de ascender. El speaker recalcó que en ese momento había cerca de 65.000 personas en el campo. Me dije, ¡ostras 65.000! Nosotros llevamos rescatados 62.000. Me quedé mirando, porque desde donde estaba podía ver todo el estadio, y me impresionó muchísimo pensar que todas esas personas no van a olvidar nunca el día que los encontramos en alta mar. ¡Cuántas de esas personas luego van a hacer algo para cambiar la historia! ¡Quién sabe si había algún científico, un político o un cirujano que pueda salvar la vida a mi nieta, vete a saber! Cuando lo admites es vertiginoso, te da vértigo. 

Un grupo de frikis en seis años con un barco prestado han sacado 62.000 personas del agua. ¿Qué podían haber hecho los gobiernos? Dentro de veinte años se hablará de todo esto como un fracaso político y un retroceso sobre los derechos humanos. Parece que lo que hemos aprendido de la Segunda Guerra Mundial es que los campos de concentración, en vez de tenerlos en casa, en Europa, pagamos a terceros países para que los tengan fuera, que mueran en Libia, en Sáhara en Turquía o en la guerra de Siria.