Vuelven a decir que el acuerdo sobre la renovación de los jueces avanza entre PSOE y PP, con los 'negociadores' Félix Bolaños y Esteban González Pons tratando de borrar la impresión negativa de las hostiles declaraciones en 'corrillos' de sus respectivos jefes en la pasada recepción del 12 de octubre en el palacio de Oriente. Personalmente, estoy convencido de que habrá un pronto acuerdo provisional que facilite el reemplazo de unos jueces por otros -tampoco es tan difícil la cosa-, con la promesa de futuras reformas de calado en el sistema de elección, algo que probablemente obligase a retocar la Constitución. Pero eso será, en todo caso, en la próxima Legislatura.
Veremos el tono y el contenido del próximo encuentro parlamentario entre Sánchez y Núñez Feijóo, el martes en el Senado. De momento, podemos constatar que ambas partes -quizá no sus máximos dirigentes_están en continuo contacto telefónico, conscientes de que la mala imagen que el conflicto judicial, con dimisión de Lesmes incluida, está produciendo en la ciudadanía, y en la propia Europa, empieza a ser devastadora.
Habrá acuerdo, pues, antes de fin de año. Incluso puede estar delineado la semana próxima. Me parece que no es una apuesta demasiado arriesgada, máxime si está sustentada en algunos indicios de información y en declaraciones alentadoras procedentes del Gobierno y del PP. Otra cosa es que el clima de acercamiento llegue a otras cuestiones pendientes. Sánchez puede que llegase a querer intentar, pero no lograría fácilmente, la cuadratura del círculo: una aproximación a un PP 'moderado' y el mantenimiento de los lazos con una Esquerra Republicana de Catalunya debilitada y siempre tentada de 'pasar por la izquierda', en materia de reclamaciones independentistas, a los más intransigentes de Junts. Por cierto que un acercamiento PSOE-PP, hoy no plenamente contemplado, pero sí debatido en los más influyentes círculos socialistas, tampoco sentaría demasiado bien al cada día más incómodo 'socio' Podemos.
Esta es, en fin, una más de las encrucijadas ante las que Sánchez se encuentra en la aún larga recta final de la Legislatura. Tiene retos que, como la reforma del delito de sedición, pueden condicionar sus lazos con Esquerra y con el Govern, tambaleante, de Pere Aragonés. Difícilmente la judicatura más conservadora, y el propio PP, dejarían pasar una reforma de este calado, por muy justificable que sea técnicamente. Pero este es apenas un ejemplo. En el fondo, todo son desafíos en el horizonte inmediato de Sánchez, al que no le van a bastar unas medidas de indudable contenido social, pero siempre insuficientes, para conquistar el favor de las urnas en tiempos de tantas incertidumbres.
De momento, el acuerdo para renovar el CGPJ (y el Constitucional) parece, ahora sí, cercano. Bueno, es un paso, al menos. Habrá o no otras avances, pero lo que sí es seguro es que, tal y como están, las cosas no pueden seguir así mucho tiempo.