La Saga de los Porretas era una radionovela que diariamente emitió la Cadena SER desde el año 1976 hasta 1988, que narraba la vida de una típica familia de clase media española, al frente de la que se situaba Segismundo, el abuelo Porretas.
Esta semana el Parlamento huele a naftalina y a 'floïd blue'. El abuelo Segismundo ha dejado su impronta con su traje de boda recuperado para la ocasión y la solapa llena de caspa, como queriendo plasmar visualmente el fondo y la forma de la mayor degradación de nuestro Parlamento desde que instauramos la democracia.
El uso despectivo y coloquial de lo casposo es sinónimo de anticuado, rancio y vetusto. En la metáfora de la caspa se refleja, sin duda, la descabellada e inoportuna representación que ha supuesto la moción de censura, pero no necesariamente por todas las ideas expuestas por el anciano candidato pues, paradójicamente, algunos de sus mensajes trasladan mucha más frescura, por ejemplo, que los reiterados pensamientos decimonónicos expuestos por Yolanda Díaz, de impecable presencia indumentaria y cuidado estilismo. En realidad, la caspa ha venido a representar el culmen del envilecimiento y la bajeza en el nivel de la presente legislatura. De todos sin excepción, también de la oposición.
Y no digamos del Gobierno. Como ha reflejado viralmente alguien con mucha más frescura, Sánchez, entre muchas otras actuaciones, ha colocado a un Partido Comunista y populista en el Consejo de Ministros, ha colocado a su ministra de Justicia como Fiscal General del Estado, ha permitido que sus ministros se reunieran a escondidas en el aeropuerto con una dirigente de la dictadura venezolana,  ha entregado a los nacionalistas el control de las cárceles, ha quitado competencias a la Guardia Civil en Navarra, ha tomado al asalto Radio Televisión Española, sin contar con nadie ha dado un giro sobre el Sáhara rompiendo 40 años de equilibrio de España con Marruecos y Argelia,  intenta controlar la CNMV, pone afines en el Tribunal Constitucional para que puedan avalar sus cesiones al separatismo, coloca a Bildu y a Esquerra en la Comisión de Secretos Oficiales, pacta con Otegui la Ley de Memoria Histórica, indulta a los golpistas, rescata a una aerolínea chavista con 53 millones de euros de dinero público, aprueba una Ley que reduce las penas y saca a los violadores de las cárceles, insulta y señala a las empresas y a cualquier persona que genere empleo, suprime el delito de sedición, rebaja el delito de malversación, permite atacar al Rey, a los jueces, a los policías y a todo aquel que defienda la democracia y el Estado de derecho, clama contra la prostitución pero calla y protege a sus diputados cuando van a los prostíbulos con el dinero de sobornos, pone al frente del CIS a un militante socialista, multiplica su presupuesto y manipula las preguntas y las encuestas.
En fin, seborrea furfurácea en la solapa de su traje azul inmaculado, que oculta bajo el pin de la Agenda 2030.