Bye, bye, Bale

Diego Izco (SPC)
-

El anuncio del agente del galés de que se irá el 30 de junio oficializa la que será su despedida del Bernabéu el próximo viernes

Bye, bye, Bale - Foto: PETER POWELL

Como en una letra de tango («Aquel a quien nadie espera entra y dice que se va»), Gareth Bale saldrá finalmente por una puerta pequeñita del Bernabéu el próximo viernes ante el Betis. Su contrato se acaba el 30 de junio y nadie contaba con otra opción, así que las palabras del pasado lunes de Jonathan Barnett, polémico y peculiar agente del jugador, han confirmado lo esperado: «Gareth se va del Real Madrid, pero para hablar de su futuro, hay que esperar a lo que haga Gales. Todo depende de si su selección se clasifica para el Mundial», lo que deja abierta la posibilidad más plausible a tenor del historial reciente del jugador: la retirada. «Gales. Golf. Madrid. En ese orden». 

Los anglosajones utilizan la palabra 'frenemy' para definir a enemigos disfrazados de amigos o, al revés, amigos que en el fondo son rivales o competidores. Si el madridismo lanza un debate serio sobre la figura de Bale, pocas veces un futbolista había sido tan 'amienemigo'. Entre la gloria y la dejadez, entre los goles decisivos y las ausencias inexplicables, entre ser una fuerza de la naturaleza o una endeble pieza de cristal de Murano: así es la imagen que el merengue medio tiene del británico, héroe y villano al mismo tiempo, el perfecto 'amienemigo'. 

Sus hitos

No es difícil imaginar a un niño quemando pósters de Bale por la mañana y poniendo unos nuevos por la noche: ese niño no ha olvidado estas finales modernas donde se ha mantenido viva la leyenda del Madrid. 

Primero, la icónica carrera contra Bartra (Barça) por el carril zurdo de Mestalla, en aquella final de la Copa que empezó a torcer la balanza que había desequilibrado la generación dorada azulgrana. Segundo, aquel 2-1 en la prórroga de la final de Champions ante el Atlético, pues si esa imagen se equilibra en el gol de Ramos en el 93, se rompe con el tanto de Bale en el 110 (se rompió tanto que la final terminó 4-1). Tercero, aquel tanto ante el City en semifinales de la Champions 15/16, el que decantó el pase a una final (de nuevo ante el 'Atleti') decidida en los penaltis: Gareth anotó el suyo. Ycuarto, la inolvidable 'finalísima' de Kiev en 2017: entró cuando quedaba media hora de partido por Isco, con 1-1 en el marcador, y solo dos minutos después, lograba aquel gol de chilena desde la frontal del área, directa a la escuadra; uno de los mejores goles en la historia de las finales continentales. Después anotaría también el 3-1, en connivencia con Karius, portero del Liverpool, y recibiría el MVP de la final.

El cambio

Tal vez ese fue el punto de inflexión en la carrera del Bale madridista. Hasta entonces, a pesar de las lesiones, había tenido el reconocimiento de la 'parroquia'. Pero justo en el túnel de vestuarios del Olímpico de Kiev dijo aquello de «necesito jugar más, hablaré con mi agente este verano, no estoy contento, ha sido una decepción no ser titular en la final». Un mensaje que quedó oculto entre las salidas de Cristiano y Zidane, brutales y sorprendentes... y el malestar del galés quedó en el olvido. 

Señalándole inicialmente como el encargado de relevar a 'CR7', quizás cargándole de una presión para la que no estaba preparado ni física ni mentalmente, todos intentaron integrarle en la causa: Lopetegui, Solari, Zidane, Ancelotti… pero nadie consiguió que volviese su versión sana y competitiva. Hasta el punto de que el propio 'Zizou' decía en el verano de 2019: «Si Bale se puede ir mañana, mejor. No es nada personal, pero tomo decisiones». Su salida hacia el fútbol chino parecía un hecho, pero todo se torció, según el propio jugador, por culpa del Real Madrid. 

Desde ese instante, la indolencia del futbolista fue aún mayor. Un carísimo bulto sospechoso que perdió el interés por el fútbol... o, más concretamente, por el fútbol en España: en sus viajes a Gales sí demostraba el compromiso del que adolecía en Valdebebas. La famosa pancarta irrumpió en escena. También sus lesiones 'extrañas', sus salidas del estadio (si es que iba a los partidos) antes de tiempo, su cesión al Tottenham o las puntuales 'rajadas' de Barnett («El trato de la afición del Madrid a Gareth ha sido asqueroso», fue la última). Todo ayudó a forjar un adiós que 'será' el 30 de junio, pero ya 'era' de hace tiempo.