"Ojalá fuéramos capaces de encontrar lo que une al feminismo"

S.L.H.
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"Tenemos los mismos derechos en las leyes, pero aún no tenemos las mismas oportunidades ni la igualdad material"

"Ojalá fuéramos capaces de encontrar lo que une al feminismo" - Foto: Javier Pozo

La jornada reivindicativa del 8-M, con motivo del Día Internacional de la Mujer, no se hace por capricho. A pesar de que las mujeres tienen un cada vez mayor y merecido protagonismo en la sociedad, lo cierto es que aún quedan demasiadas aristas por limar en lo que a igualdad se refiere. 

La Tribuna entrevista a la consejera de Igualdad del Gobierno regional, Blanca Fernández, para conocer de primera mano en qué punto nos encontramos de este camino del que aún no vemos la meta.

Hoy, 8 de marzo,  ¿prefiere hablar de celebrar el Día de la Mujer o más bien de reivindicar?

Las dos cosas. Hay que celebrar derechos y cotas de igualdad que hemos conseguido y hay que seguir reivindicando. El 8 de marzo, de manera bonita y acertada, se convierte en un evento festivo y los actos son muy especiales, pero en el fondo tiene un componente muy serio de reivindicación, porque no hay que olvidar que aún las mujeres sufrimos muchas desigualdades en todos los ámbitos. No debemos abandonar la reivindicación ni la acción y eso es tarea de los gobiernos, de las instituciones y el propio movimiento asociativo los 365 días del año.  

 Ha habido años en los que se ha visto división en el movimiento feminista. ¿Cómo cree que será este año?

Hay una brecha, una herida en el movimiento feminista que está exacerbada en los últimos tiempos y que no sé realmente hasta qué punto es más mediática que real, pero me preocupa mucho y creo que lo más inteligente es que sepamos buscar los puntos que nos unen, que son muchísimos más que los que no separan. La unidad de acción en el movimiento feminista es muy importante, necesitamos ensanchar los márgenes, no estrecharlos, para que sean muchas personas, hombres y mujeres, quienes se incorporen a una lucha por la justicia y el sentido común. En esa lucha no necesitamos la división. Ojalá fuéramos capaces de encontrar eso que nos une. 

 ¿Es de la opinión de contar en este día con la otra parte de la sociedad, es decir, los hombres, o es un día para que solo se oigan las voces femeninas?

Para que la lucha por la igualdad sea eficaz se tienen que incorporar los hombres. Creo que la mayoría están incorporados de una manera más activa o más pasiva. Muchos y muchas de nosotras tenemos reminiscencias sexistas, porque se nos ha educado de esa manera, pero cada vez tenemos más claro que la sociedad sabe que las mujeres tenemos las mismas capacidades, pero la realidad nos sigue diciendo que tenemos una posición menos privilegiada. Lo bueno es que cada vez se nos están sumando más hombres, conscientes de que hay que tomar decisiones políticas que favorezcan la posición de las mujeres. Esto no es una lucha contra los hombres, es una lucha por la igualdad y la debemos compartir.  

 ¿Pero deben estar los hombres presentes en las manifestaciones?

No deben estar excluidos pero sí deben estar en un segundo plano, porque ese día es el Día Internacional de la Mujer. Las reivindicaciones nos afectan directamente a nosotras y siempre hay miedo de que se nos vuelva a invisibilizar hasta en nuestra propia lucha. 

¿Hasta cuándo cree que será necesario celebrar el 8-M?

Hasta que tengamos verdaderamente igualdad o hasta que alguien nos convenza de que la tenemos. Hay movimientos reaccionarios y discursos, minoritarios afortunadamente, que nos dicen que ya está todo hecho y que cualquier medida de acción positiva para facilitar la incorporación de las mujeres es discriminatoria. Veo riesgos claros de que en algún momento nos pensemos, sin ser verdad, que hemos alcanzado la igualdad, simplemente porque la tengamos en las leyes. Es verdad que tenemos los mismos derechos en las leyes, pero aún no tenemos las mismas oportunidades ni la igualdad material. Espero que el 8 de marzo se deje de reivindicar cuando seamos verdaderamente iguales, aunque como fiesta pueda continuar muchos más años.

¿Considera especialmente grave que estereotipos y actitudes asociadas a ese llamado «amor romántico» en jóvenes, sobre todo, pueden contribuir a sostener o enmascarar la violencia de género?

Me preocupa porque algunos de los mitos de amor romántico están bien, pero otros son muy peligrosos, como el hecho de que si es muy celoso y me quiere controlar es porque me quiere mucho. Y cuando esa idea se asume como natural empieza a abrirse un riesgo serio, que es cuando empiezas a asumir que esa persona tiene derecho a controlar tu móvil, tu manera de vestir, tu forma de actuar o tus amistades. Y ahí empiezan muchas relaciones de maltrato. Esto ha pasado toda la vida. A estas alturas ya nos gustaría haberlo superado, que la idea de las relaciones fueses más maduras, pero creo que con la edad se aprende a distinguir unas cosas de otras. Pero es cierto que nuestros jóvenes, especialmente las chicas, están sometidas a mucha presión a través de las redes sociales. Tienen que estar siempre perfectas, guapas, no pueden hablar mucho porque dicen tonterías, tienen que mantener un papel que sigue siendo de dominación del hombre y de sumisión de la mujer.  

Son muy escasas las agresiones sexuales que se denuncian, ¿qué hace falta para dar un giro a ese porcentaje y perder el miedo a denunciar?

Dando respuestas eficaces. Ahora mismo el ruido político que hay en torno a la Ley del 'solo sí es sí' da inseguridad a las mujeres. Hay que dar respuestas, certezas y, sobre todo, ser eficaces. El miedo que tiene una mujer que ha sido víctima de una agresión sexual es la vergüenza a ser cuestionada, no el miedo al agresor, que también puede ser algunas veces, pero fundamentalmente es el miedo al cuestionamiento que sabe que una parte de la sociedad va a someterla. Salvando la presunción de inocencia que opera en todo Estado de Derecho, no es justo que una mujer haya tenido que demostrar que se defendió con uñas y dientes y casi puso en riesgo su vida para evitar una violación. Hay que hacer leyes firmes y seguras, al mismo tiempo que certezas y discursos públicos sensatos. Me encantaría ver cómo hay una reforma de la Ley de 'solo sí es sí', porque es el disgusto político más grande que me he llevado en mi vida y me espanta ver como Podemos no asume que es imprescindible cambiar la ley en el aspecto concreto de la rebaja de penas. Nada más, porque el resto de la Ley es una buena ley, un avance social muy importante. Hay mucho ruido en torno a esto y creo que es muy negativo para las mujeres.  

Desde que se aprobara en 2017 el Pacto de Estado contra la Violencia de Género, ¿qué pasos hemos dado que hasta ahora no se habían alcanzado o que, en su opinión, aún estamos lejos de conseguir?

El Pacto de Estado y la Ley Integral de Lucha contra la Violencia de Género han sido dos avances muy importantes. La Ley ha conseguido, entre otras cosas, que hayamos reducido en un 30% el número de mujeres asesinadas, de media todos los años. Seguimos teniendo un problema muy grave pero es un avance muy importante. Y el Pacto de Estado ha servido para que se implique más en serio todas las instituciones. 

Si en sus manos estuviera poner fin a uno de los problemas que padecen las mujeres, relacionado con la violencia de género o cualquier otro aspecto social o económico, ¿cuál sería? ¿Qué es lo que considera más perentorio?

Hay tantos problemas, tantos, tantos, tantos… Ojalá pudiera hacer con un chasquido de dedos que realmente nos mirásemos como iguales. Eso no es una decisión política. Ese día, si fuera maga y pudiera conseguir eso, creo que habríamos conseguido gran parte de la lucha. Habríamos vencido gran parte del problema. Como eso no es posible, pues creo que una de las cosas que más afectan a las mujeres es su vida, en la angustia vital que muchas veces tenemos, en nuestras carreras profesionales es la falta de corresponsabilidad en el ámbito de los cuidados y el ámbito de la conciliación. El día que consigamos tener muchos recursos de conciliación y corresponsabilidad real, ese día sería maravilloso.