Javier del Castillo

Javier del Castillo


Mudanzas Casado

25/02/2021

El desastre electoral del PP en las elecciones catalanas, por mucho que se quiera echar la culpa a Bárcenas, a las encuestas del CIS, a la Fiscalía General del Estado y a la abstención, no tiene excusa que valga. La presencia del partido liderado por Pablo Casado en Cataluña – y también en el País Vasco – ha pasado a ser algo residual, insignificante, sin que se vislumbren por el momento síntomas de recuperación. Con tan escasa implantación en esas dos comunidades –3 diputados en Cataluña y 6 en el País Vasco– será muy difícil afrontar con éxito unas elecciones generales.
Por lo tanto, algo tiene que hacer Casado para conseguir que el PP vuelva a ser alternativa de gobierno. Romper con el pasado me parece una buena idea, pero tiene un inconveniente: la sombra alargada de Luis Bárcenas. Por mucho que insista Casado en que la nueva dirección no tiene nada que ver con lo ocurrido durante las etapas de Aznar y Rajoy, siempre habrá alguien que le recuerde, desde la ya asumida supremacía moral de la izquierda, su excelente relación con el primero o el haber sido responsable de Comunicación con el segundo.
Otro problema añadido para Casado es la fragmentación de la derecha; una división que beneficia claramente a la actual coalición social-comunista, apoyada por los independentistas catalanes y los proetarras de EH Bildu. Por el centro, con Ciudadanos en caída libre, podría Casado ganar votos, pero los perdería también en beneficio de Vox, en cuanto se desprenda de la etiqueta de «derechita cobarde». Vamos que si se centra mal y si se derechiza todavía peor.
En esta tesitura, no es de extrañar que Casado haya decidido hacer mudanza. Huir de Génova 13, y cuanto antes, es una buena idea, para airear la casa, dejar atrás los fantasmas del pasado y marcar distancias con quienes le cortaron las alas a la gaviota. El presidente del PP tampoco es un líder carismático, aunque en los tiempos que corren esa cualidad ha dejado de ser ya un requisito indispensable para ganar elecciones en España. La mediocridad es un denominador común en nuestra clase política. 
Aunque sólo sea por respeto a la verdad, lo que no puede hacer en estos momentos Casado es culpar de los desastrosos resultados de las elecciones catalanas a las adversidades, sin antes asumir los propios errores en la campaña. Claro que la abstención es un problema, pero lo es para todos los partidos que concurren a la cita electoral. 
Y esa supuesta penalización absentista no ha perjudicado a Salvador Illa, pese a ser el ministro de Sanidad durante una pandemia que ha causado más de ochenta mil muertos en España, ni ha pasado factura a quienes han gobernado en Cataluña estos últimos años pensando sólo en la construcción nacional y no en solucionar los problemas de los ciudadanos de ese territorio. Ni tampoco esa abstención ha impedido que Vox haya pasado a ser la cuarta fuerza política, pese a su discurso xenófobo y a su cuestionamiento del Estado de las Autonomías. 
Casado tiene por delante una mudanza complicada y esa mudanza debería de aprovecharla para renovar el mobiliario político en la nueva casa. El líder del PP debería rodearse de los mejores, de un equipo eficaz y preparado, en el que se valore más la capacidad que la sumisión y el aplauso. 
Y si con un gobierno tan malo como el actual tampoco consigue ganar unas elecciones, entonces ya será cuestión de mirárselo. 
De momento, habrá que confiar en que algunos se pierdan durante la mudanza.