"Lo que ves, es terrorífico, por daño material y por vidas"

Beatriz Palancar Ruiz
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David Hernández es bombero del Ayuntamiento de Guadalajara y, como miembro de Girecan, participó con su perro Vito en las labores de búsqueda de supervivientes después del devastador terremoto del sur Turquía

David Hernández posa junto a su perro Vito en la base del Cuerpo de bomberos de Guadalajara. - Foto: Javier Pozo

En agosto de este año, David Hernández (Madrid, 1986) cumplirá 15 años en la profesión de bombero, todos ellos en el parque de Guadalajara capital. Hace unos días, regresó de Turquía, hasta donde viajó acompañado por su perro Vito (Ferrol, 2013), para participar en las labores de rescate de las personas que habían quedado atrapadas después del fortísimo terremoto que asoló el sur del país turco y el norte de Siria, dejando miles de vidas truncadas. David y Vito han vivido juntos una experiencia de las que marcan, un nexo de unión más en un camino que unió a este bombero con el pastor alemán con pastor belga malinois, un mestizo de trabajo, como regalo de una unidad canina de Casaga de Ferrol cuando el can tenía tres meses. Ahora, juntos tienen que superar la situación traumática por todo lo visto y vivido durante los rescates para estar preparados para colaborar de nuevo cuando se produzca una catástrofe en el mundo. 

Cuando se prudujo el terremoto de Turquía y Siria, ¿cómo fue la movilización de medios para el rescate?

Me movilizan porque formo parte del Grupo Internacional de Rescate ante Catástrofes Naturales (Girecan) desde 2014. Somos de varios servicios de España. Periódicamente, hacemos maniobras, simulacros internacionales y otros compañeros habían salido a otros terremotos. Cuando ocurre una catástrofe, se ponen en contacto con la embajada del país que pide ayuda. Lo suyo es ir de forma legal, porque hay gente que va a ayudar por su cuenta, pero con una embajada vas con una seguridad y una coordinación para que te manden a sitios en el que tú eres realmente necesario.

¿Era la primera vez que participaba en una operación de rescate de esta magnitud?

Sí, así es. Cuando el terremoto de Ecuador de 2016, uno o dos meses antes, en un simulacro internacional en Sevilla, Vito se lesionó una pata trabajando. Entonces, no pudimos salir pero ahora el perro está en su mejor momento. Aunque tiene nueve años, está un momento espectacular y creo que a estos sitios tienes que ir cuando estás realmente preparado. Hablo tanto del perro como del bombero.

¿Vito es el primer perro con el que ha trabajado en el adiestramiento para rescate de personas vivas?

David Hernández posa junto a su perro Vito en la base del Cuerpo de bomberos de Guadalajara. David Hernández posa junto a su perro Vito en la base del Cuerpo de bomberos de Guadalajara. - Foto: Javier PozoNo, comencé con Zara, que la tengo todavía. Es una labradora con la que empecé a aprender. Ella es de febrero de 2012 y más o menos han ido a la par. Pero Zara tiene ataques epilépticos de vez en cuando, sigo trabajando con ella porque es una perra operativa y super buena, pero para este tipo de trabajos no está. Hay que ser realistas, para este tipo de salidas, hay que estar al 200%. 

En Turquía, ¿ha tenido unas condiciones de trabajo duras?

Es muy duro. Lo que ves, es terrorífico. Lo que hay allí, por daño material y por vidas humanas, te encuentras a millones de personas que se han quedado sin hogar. A las cuatro de la mañana, hay un terremoto y todo se cae, y lo que no cae, está para tirar. De hecho, estuvimos en Islahiye, entre otras, y me atrevería a decir que el 60% estaba derrumbado y el 100% estaba para demoler. Yo antes de salir para allá, no quise ver nada en la televisión. No quise hacerlo para que no me condicionara y, cuando llegas allí, y ves que es todo una catástrofe importante, te das cuenta que es algo terrible lo que estaba ocurriendo. Llegamos a Estambul y de allí fuimos a Adana que era el último aeropuerto cercano al que te dejaban llegar, y teníamos que ir al sur, hacia la frontera con Siria, donde estaba el epicentro y no sé si fueron 200 kilómetros en camión y autocar, tardamos seis o siete horas en llegar. Las condiciones de las carreteras eran malas, la gente estaba saliendo de esa zona o llegaba a recoger familiares y ayuda internacional. Había un caos total.

¿Cuánto tiempo ha estado en Turquía y en qué zona ha podido prestar sus servicios como rescatista?

Estuvimos seis días en el sur. Nos distribuyeron desde el centro coordinador a Islahiye donde empezamos a trabajar con el perro. 

¿Es difícil descansar en esos días? 

Prácticamente, no se descansa. En  los primeros días, no sé si dormiríamos dos o tres horas. Es un tiempo vital para encontrar a gente con vida pero te tienes que obligar a intentar descansar porque, si no, el cuerpo no aguanta. Tú crees que lo hará por la adrenalina pero el cuerpo y la mente, si estás con esa tensión, necesita descansar. Muchos compañeros me preguntan por cómo responde la cabeza en esos momentos. Cuando estás con el perro, había instantes que te venía gente con fotos de sus familiares para que busques, te abrazan y quieres romper a llorar pero no lo haces. Tienes que aguantar hasta que vuelvas. Yo creo que tengo tal bloqueo desde entonces, que todavía no he sido capaz de exteriorizarlo. 

¿Tuvieron la oportunidad de salvar a personas con vida y qué sintieron cuando produjeron esos rescates?

Sí, Vito hace marcajes de personas vivas. Detectó, una noche, a una persona. Hizo un marcaje muy claro, otro perro confirmó, pero los rescates son tan largos que, cuando se llegó a esa persona ya había fallecido. Al día siguiente, los perros detectaron otros rastros de vida y de ahí sí que se pudo rescatar a dos personas. Fue una alegría. Como había tanto olor a cadáver y estaba tan profundo, muchas veces es más interpretación del guía porque se fije bien en el perro. A veces, hacen un marcaje que no está muy claro, tienes que interpretar. Estuvimos trabajando con varios equipos turcos, nos pidieron que fuésemos a otro sitio con los perros, y luego nos llamaron para contarnos que habían conseguido rescatar a esas personas con vida. Es la alegría del colofón final. Quieres romper a llorar, te emocionas, pero estás impactado. Vito les detectó con otro perro, Titán, pero otro equipo accedió hasta ellos. Para mí, todos los equipos somos uno. 

¿Qué situación dejó a sus espaldas cuando regresó hace pocos días?

Están lo que se llaman los rescates milagro, y alguno más se produjo después de regresar. Cuando llegas y te enteras que se siguen haciendo rescates, te quedas triste. Los primeros días de estar aquí pensaba que tenía que haber seguido, pero es verdad que hemos hecho todo lo que hemos podido y nos han dejado. Vienes con la sensación de tener que haber hecho más, de haber querido estar más días y haber hecho un último esfuerzo. Viéndolo desde fuera, ves que has hecho todo lo que has podido y no podías haber hecho nada más, pero la sensación de poder haber hecho más siempre te queda. 

Después de esta experiencia, ¿está animado a participar en otras intervenciones internacionales en caso de una catástrofe? 

Sí, al final, entrenas y te preparas para ello, nunca estás preparado psicológicamente al cien por cien, pero físicamente y profesionalmente intentas estar al 200 por cien, tanto el perro o el guía. 

 ¿Recomienda a otros bomberos que se unan a grupos de cooperación e intervención en caso de catástrofes naturales?

Hay mucha gente que puede ayudar. Yo lo recomiendo porque toda ayuda es poca pero tienes que ir preparado personalmente y profesionalmente. Hay que ir a ayudar, no a molestar. 

¿Cuál es la formación que ha recibido Vito y usted mismo para poder participar en este tipo de acciones humanitarias?

Es una preparación de muchos años. El entrenamiento de Vito empezó cuando era muy pequeño y continúa a diario. Aunque hagas entrenamientos específicos dos o tres días a la semana, con él, el adiestramiento como perro especial es diario. Tienes que tener una serie de pautas y comportamientos que va más allá de un perro doméstico para que el rendimiento sea el más óptimo. 

¿Esta experiencia vital te ha unido aún más a tu perro Vito?

Lo que tenemos es tan grande… Es verdad que, desde que hemos vuelto, yo no soy de dejarle que se suba al sofá, pero ahora le dejo. Aunque hay que tener cuidado porque le das un poco y te coge el brazo entero. Ya hay un vínculo fuerte y, ahora, más todavía. 

Hay muchos vecinos de la ciudad y de la provincia que se han movilizado para el envío de ropa y material de primera necesidad, ¿pudo comprobar si la ayuda internacional está llegando a la población?

Vi la llegada de muchos equipos de rescate internacional y algo de material que provenía del propio país. Esa ayuda internacional, no he sido consciente de haberla visto porque en las primeras horas llegan los equipos de rescate. Pero es una ayuda muy necesaria porque la gente estaba sin nada, en la calle con hogueras porque hacía mucho frío, y toda la ayuda es poca. 

A pesar de haber vuelto algo tocados anímicamente, ¿ha crecido profesionalmente como bombero?

Ha sido una grata experiencia profesional y personal. Se crece en lo profesional y en lo personal. Siempre que viajas al extranjero, a países más pobres, ves lo afortunados que somos en muchas cosas y lo bobos que somos con muchas situaciones. En un suspiro, a las cuatro de la mañana, puede suceder todo. El primer rescate que hicimos fue de una familia, dos niños y el matrimonio, que estaban en la cama durmiento. Me impactó otro rescate que estábamos haciendo, limpiando forjados, y ves patucos de bebés, fotos, me encontré un móvil que tenía detrás una foto de un padre con un hijo. Y una de las cosas que más me impactó, y a lo mejor es una tontería, es que había una nevera con los táper dentro con carteles en los que ponía los días de la semana. Es una tontería pero piensas que ahí había una vida. Hay cosas mucho más importantes y de mucho más valor. Y allí, haces un vínculo muy fuerte con tus compañeros de catástrofes, que mantienes cuando regresas. El primer domingo, después de regresar, estaba con mi familia y de repente, me vinieron imágenes y se me saturó la cabeza. Sentí que tenía que haber hecho más. Fue bastante agobiante. Ahora, tienes que pasar por un proceso para recomponerte.

Son muchas las réplicas que se están produciendo desde el terremoto devastador que motivó su intervención, ¿cómo han quedado las ciudades de arrasadas y si cree que estos temblores hacen temer por el derrumbe de más edficios?

Lo primero que haces es mirar el macuto y a Vito. Pero después, miré a mi mujer y me di cuenta que necesito un tiempo. Si tienes que ir, uno va, pero hay que reconstruirse primero.

En caso de producirse un temblor, como restacador, ¿qué consejos daría a una persona que quedara atrapada entre escombros de un edificio para poder dar señales de vida que facilitaran su rescate?

Además de trabajar con perros, se trabaja con unos aparatos que detectan ruidos. Hay que intentar hacerse con algo que emita ruido. Y para sobrevivir más tiempo, si se tiene agua, hay que dosificarla para aguantar porque uno sabe cuántos días va a estar atrapado. Cuando estábamos allí, se hacía un silencio total y se gritaba en turco, si nos escucha, diga algo o haga algún ruido. Era muy impactante. Cuando llegas al terreno, tienes que desalojar a parte de la gente, según el viento, para que el perro se ponga a trabajar.