Boceto sobre la hostelería seguntina

Plácido Ballesteros
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A finales del siglo XIX se encontraban los primeros turistas

Boceto sobre la hostelería seguntina

Como alguno de ustedes recordará, en la entrega de la semana pasada reprodujimos los párrafos más destacados que don Enrique Serrano Fatigati le dedicó a los monumentos de Sigüenza en las páginas de "La Ilustración Española y Americana" a comienzos de 1895. Juntas, aquella entrega con la de hoy, nos permiten formarnos una idea aproximada de los elementos monumentales que más llamaban la atención de los viajeros que a finales del siglo XIX llegaban a la ciudad mitrada.

Pero en el boceto que el fundador de la Sociedad Española de Excursiones realizó para La Ilustración en 1895, el señor Serrano Fatigati nos dejó también unos apuntes interesantísimos sobre el estado de la hostelería en aquellos momentos, que por falta de espacio no recogimos en su momento y que hoy damos a conocer:

 «Cuando la visité por primera vez hace años, completaban los hospedajes y costumbres patriarcales esta impresión que la ciudad produce. Pusiéronme en la mesa la sopera de abultado vientre, cual las usadas por nuestros abuelos, llena de los amarillos y espesos fideos; sustituyóla luego la fuente en que se había volcado la clásica <puchera>, con todos sus accesorios de embutidos sinceros y otras menudencias: apareció como complemento el <gallo muerto>, tan característico de nuestras fiestas caseras, y cerró la lista de manjares un pequeño cuenco de arroz con leche, espolvoreado espléndidamente de canela, que recreaba el olfato y producía vivo cosquilleo en la garganta. La cena se compuso de huevos, sabrosas fritangas y un estofadillo hecho de sal y pimienta, según la frase castellana, y ornado de más laureles que la cabeza de triunfador romano.

Al acostarme, lo hice en cama muy rica de colchones, bien cubierta de mantas, emperejilada con colcha de mil colores y defendida junto a los almohadones por un saliente embozo guarnecido de complicada puntilla. Servía de pedestal a este monumento un tablado de madera, y lo rodeaban, unidos a las paredes, un sencillo crucifijo, estampas de Santa María la Mayor y la Virgen de Guadalupe, y cuatro cuadros de la historia de Santa Genoveva, con la desgraciada princesa, el alucinado esposo, el tierno niño, causa a la vez y víctima inocente de todo aquel embrollo, los crueles sayones y la caritativa cierva, que tan importante papel juega en la piadosa tradición.

No faltaban tampoco, lado por lado del «tálamo», que no era nupcial, ni mucho menos, los elementos de aseo indispensables que ha recomendado a los que podían usarlos la higiene de todos los tiempos. Una jofaina pintarrajeada de azul, muy moderada en su tamaño, descansaba sobre un palancanero de hierro de tres pies y cazoleta colocada a media altura para guardar el jabón, y pendiente de un clavo lucía sus flecos la toalla, que aplicada al rostro sacaba los colores a las mejillas, y desprendida abandonaba hilachos por recuerdo de su uso.

Hoy han cambiado bastantes cosas. Dispónese en las fondas almuerzos con tortilla a las finas hierbas, que han venido muy a menos reduciéndose todas al perejil; presentan al viajero bisteck con patatas, y sustituye, no sin ventaja, a la merluza dudosa de nuestros cubiertos de café modesto, un jamón de la tierra, tan rojo como los molletes de las recias serranas que lo sirven. Al tenor de las subsistencias se ha modificado el mobiliario, porque las camas son de hierro y las palancanas han crecido con los años.

Una noticia conviene añadir para gloria da Sigüenza, satisfacción de sus amables vecinos y estimulo del viajero. Las carnes del familiar pucherete y gallo de antaño eran buenas, y de buen sabor y frescos siguen siendo los alimentos que allí se consumen. Esto demuestra, como afirmaría cualquier metafísico, que las formas exteriores mudan, pero no las esencias de las cosas.

Como segunda ilustración que nos permita ambientar este fragmento, que además de interesantísimo es entrañable, he elegido el dibujo de Pascó con el que se abre el capítulo dedicado a Sigüenza en España. Sus monumentos y Artes – Su Naturaleza e Historia, de Quadrado y De la Fuente.