Uno de los métodos que más secretos ha desvelado de los misteriosos viajes migratorios de las aves ha sido el anillamiento. Si no fuese porque algunas portan una anilla no se hubiese descubierto que un pequeño petirrojo es capaz de hacer un recorrido prácticamente sin escalas de Alemania a España, por la fecha en que se anilló y la de la recuperación. Pero no solo se obtienen datos del trayecto. El peso también porque muchas acumulan grasa para el viaje; el colorido, si es macho o hembra; y las condiciones ambientales, si está despejado o cubierto. Esto es interesante pues algunas vuelan por la noche, guiándose por las estrellas. Otras, sin embargo, lo hacen aunque esté nublado, orientándose por los campos magnéticos de la tierra.

Las anillas son metálicas, de acero o aluminio, con un número de serie y una dirección en la que figura el país donde se ha colocado. Son de diferentes tamaños, dependiendo del tarso de cada ave. En cigüeñas y garzas se colocan también por encima de la articulación, en la tibia, de esa forma se ensucian menos y tienen un menor desgaste. Para un mayor control existen anillas de plástico de colores vivos y grandes números y letras, de esa forma se pueden leer a distancia con un buen catalejo sin necesidad de capturar a su portador y sin alterar su comportamiento. Nos dan así interesantes datos de donde fue puesta, si está en la pata derecha año par, en la izquierda años impares. Como complemento a las anillas, en algunas aves se colocan unas marcas alares de diferentes colores que al combinarlos se puede saber la procedencia y al año en que fueron colocadas.

En la actualidad, además del anillamiento, se han desarrollado tecnologías impensables hace unas décadas como los modernos emisores de todo tipo, que desde hace más de cincuenta años se empezaron a utilizar gracias a la cetrería para evitar la pérdida sobre todo de halcones y gerifaltes en el caso de extraviarse. Algunos son vía satélite, tienen muchísimo tiempo de duración. Se alimentan con energía solar, lo que nos permite en cada momento y tiempo real saber dónde se encuentra el ave que lo lleva. Naturalmente es un sistema mucho más caro que sólo se utiliza en grandes aves y en determinados estudios, pero de ellos ya hablaremos en otra ocasión.

El anillamientoA muchas aves se las suele anillar cuando son pollos en el nido por la dificultad que supone capturarlas de adultas y el trauma o posible lesión en el manejo, como por ejemplo una cigüeña, águila o buitre. Pero siempre se tiene el cuidado de hacerlo a una determinada edad, pues si son muy pequeños se podría salir la anilla y si son muy crecidos corremos el riesgo de que asustadas por nuestra presencia salten del nido teniendo un fatal desenlace al caer al suelo. Incluso hay riesgo para nuestra integridad pues en ocasiones nos veremos atacados por los adultos en el caso de algunas rapaces. Yo mismo sufrí el picotazo en la cara de un martinete que iba directamente a los ojos y que gracias a las gafas no pasó a mayores consecuencias.

El trampeo es otro de los métodos que se utilizan, sobre todo para las aves de menor tamaño. Esta labor siempre ha de hacerse por personal autorizado y experto pues estamos tratando con aves muy delicadas, algunas de ellas en peligro y protegidas. En los centros de recuperación también se anillan todas las aves que se liberan, lo cual permite saber con el tiempo si la suelta resultó satisfactoria. Siempre se introducen de nuevo en la naturaleza con las mayores garantías de supervivencia. Recuerdo una cerceta común, un pato de pequeño tamaño anillado en el centro de Guadalajara, que fue recuperado en un lago de Rusia a más de cuatro mil kilómetros.

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